El Propósito:

En la tercera cuaterna, antes de empezar el trabajo se medita el Propósito, el cual se va configurando para dar dirección a la energía en el paso 12. El Propósito trabaja en el campo del sentido trascendente de la vida, corresponde a las aspiraciones más profundas, es algo que va más allá del tiempo y del espacio y se lo reconoce por la conmoción que produce. Se va configurando a lo largo del tiempo. Como trabaja en copresencia, “es una gran magia”, queda en copresencia y actúa. Genera automatismos muy importantes. El Propósito tiene que tener suficiente carga afectiva. Se orienta, no por la atención concentrada sino por los automatismos. Cargado y repetido hasta el automatismo(30). Cualquiera que se entrena en deportes sabe esto. Se independiza de la atención y se suelta. Hay que saber injertarlo bien en uno. Los fenómenos de automatismo de copresencia se van a producir por domar la afectividad. Por repetición, el Propósito se injerta adecuadamente. Un trabajo sin propósito es un despropósito.

Antes de la rutina se trabaja con el Propósito y se empieza a generar el automatismo. En esta cuaterna se tiene en cuenta la Concentración del paso 8º que traduce los impulsos de distintos sentidos, los impulsos de memoria y los impulsos de imaginación (las 3 vías de la experiencia) difusamente, hasta que se comienza a cargar el plexo productor. Con el Plexo productor cargado comienza la Segunda Acumulación de carga directa del paso 9º (y división atencional entre el plexo productor y la cúspide). Sin detener la carga se van separando las sensaciones en la cúspide de las del plexo productor hasta que se suelta la referencia del plexo productor y sólo se atiende a la cúspide. Con ello se va desarrollando la Separación del paso 10º. Se acerca el momento del salto entre el paso 10º y el 11º en el que comienza la transformación energética. Este salto se irá produciendo a medida que aumente la carga y se amplíe el límite de tolerancia. Si se llega al límite sin poder pasar, o si se desconecta la carga, se procederá a difundir la energía como ocurre en toda finalización de esta cuaterna.

(30) Estamos hablando de fenómenos muy frecuentes en la vida cotidiana, fenómenos que se expresan en momentos oportunos aunque el sujeto no tenga su atención concentrada en su objetivo. Esto ocurre, p. ej. con alguien que se ha propuesto llegar a un lugar en una calle de su ciudad y tal propósito lo ha elaborado antes de salir de su casa. El caso es que la dirección que el sujeto lleva es supervisada por ciertos automatismos y no por su atención concentrada. Hay momentos críticos en los que el objetivo se hace más presente y esto suele ocurrir cuando algo compromete o desvía el propósito inicial. El mecanismo que podemos llamar de “copresencia” está en la base de fenómeno cotidianos y también de los fenómenos más extraordinarios. Esto ocurre cuando un propósito cargado afectivamente y repetido hasta el automatismo se independiza de la atención y se “suelta” en la ocasión que fue prevista con anterioridad.