Se eleva la tensión lenta y moderadamente apelando a la contracción muscular en torno al plexo vegetativo-sexual.

A partir de este momento se lo reconocerá como “plexo productor”. Desde el comienzo del proceso se debe comprender que no son los plexos los que producen energía psicofísica sino que son usados como fuentes de sensaciones y como referencias atencionales. El trabajo con los plexos permite la movilidad de imágenes y registros (al principio visuales y táctiles externas) y posteriormente la movilidad de registros (de imágenes táctiles internas y cenestésicas).

Tradicionalmente, se siguió la práctica de “subir” energía desde el plexo productor siguiendo el desplazamiento por la espalda de manera que a distintas alturas de la columna la corriente nerviosa llegaba hasta los plexos ubicados en la parte delantera del cuerpo(29).

Ciertas contracciones musculares producen un registro que se experimenta en el plexo productor y se manifiesta como escalofríos. Se concentra en el plexo productor energía psicofísica general del cuerpo, concentrándose en la zona y la tensión va aumentando en el punto.

Desde nuestro punto de vista, el plexo productor es una terminación nerviosa muy notable que tiene que ver con funciones vitales y con la perpetuación de la especie; también es interesante esa característica pendular que se carga y descarga como un capacitor. Lo que hacemos es dotar de intención a esas cualidades para orientar la energía con un propósito distinto relacionado con la energía y no solamente para la continuación de la especie. Este es el punto de partida de la Disciplina Energética. También sabemos que la capacidad de esa terminación nerviosa se acentúa por la acción de sustancias, tanto externas como internas.

(29) En el tantrismo y en el budismo tibetano es conocido que la energía arranca del plexo productor. Ahí radica el arranque de la energía psicofísica con una localización física pero también espiritual. Ellos observan o imaginan la existencia de unos canales que son los chacras, terminaciones nerviosas que salen de la columna vertebral. Pero la energía no pasa simplemente por los chakras, sino que sube y baja por los nadis que son para ellos los canales místicos. Después ese concepto pasa a la psicología occidental, pero esto es más claro en el budismo tibetano y en el tantrismo.

Esto se determinó en la psicología experimental de Wilhelm Wundt, dedicada a los experimentos y medidas. El vio las concomitancias físicas de ciertos experimentos mentales: Por ejemplo, él ubicó a un sujeto en una camilla en equilibrio sobre un eje haciendo trabajos mentales, operaciones matemáticas, y observo que la sangre iba hacia la cabeza y la camilla se inclinaba en esa dirección. También pudo hacer comprobaciones de temperatura: con termómetros muy sensibles en cada mano: un sujeto pensando en una mano brasas que quemaba el mano y en otra hielo que congelaba la mano, efectivamente los termómetros demostraban que la temperatura subía levemente en una mano y bajaba en la otra.

En esa misma época aparece el Cumberlandismo: En esa corriente se vio cómo actuaba la imagen, sea por el lado de las temperaturas o de la tonicidad. Según se ponga la imagen en un punto o en otro o se la ponga en el eje z, hacia fuera o hacia adentro, moverá el cuerpo hacia un lado o hacia otro. No sólo el cuerpo sino que el intracuerpo sigue la acción de la imagen. Cumberland descubrió la tonicidad muscular.