Ha continuado el trabajo del Movimiento en África, en algunos puntos de Asia y en el Caribe. Especialmente, la acción de los humanistas de diferentes países europeos, ha hecho posible esta expansión. De este modo, cuando en algún país de Europa un grupo reducido de amigos lamente su falta de crecimiento, debe también considerar las enormes contribuciones que se están haciendo desde allí, y en diferentes campos, para el engrandecimiento de la obra común. Pronto veremos cómo desde Estados Unidos y Canadá, en donde ocasionalmente surje algún desaliento, se pondrá en marcha una potente y sorprendente acción. ¿Por qué decimos esto ? Porque la acumulación de trabajo y la permanencia a toda prueba, denotan este impulso…
Estamos ya actuando en nuevos lugares y en diferentes culturas. En el caso de África occidental nuestro desarrollo se ha centrado en Marruecos, Senegal, Gambia, Costa de Marfil, Burkina Fasó,Togo, Benin y Camerún. Por el lado del Africa del Océano Índico, en las Islas Comores y, por el África del Medio Oriente, en Egipto. En Asia y, desde Hong Kong, nos estamos estructurando en Bangla Desh. En India seguimos desarrollándonos en nuevas ciudades y en Sri Lanka en Colombo, mientras que en Filipìnas permanecemos estacionarios. En las islas del Caribe, estamos activos en Haití y La Dominicana y con un pequeño grupo en Jamaica. Estos procesos son recientes pero debemos destacar que no se trata simplemente de incursiones sino del comienzo del arraigo y estructuración en varias ciudades y pueblos dentro de muchos países que hemos mencionado.
El Centro de las Culturas de Milán, al que debemos un importante impulso, viene sosteniendo su trabajo en varios puntos, al par que promueve actividades con las colectividades extranjeras radicadas en esa ciudad de Europa. Otro tanto ocurre en Zurich, Marsella, París, Bruselas, Barcelona, Madrid, Berlín y Nueva York. Es el trabajo con las colectividades extranjeras de Europa, el que ha permitido que miembros de distintas etnias y culturas hayan contribuído a las traducciones de material a sus diferentes lenguas, hayan conectado epistolarmente con sus países de origen y, finalmente, hayan llegado a estos para comenzar la estructuración del Movimiento.
Si se me permite aquí, haré una breve digresión sobre las dificultades internas y externas que encuentra el Movimiento para desarrollarse en el campo de las diversas culturas. Los trabajadores inmigrantes sufren una creciente discriminación que se acentúa día a día, en la medida en que los puestos de trabajo se van reduciendo en los lugares a los que en su momento arribaran en busca de mejores condiciones de vida. Esta desafortunada situación hace que los trabajadore pobres oriudos de un punto entren en confrontación con los trabajadores pobres inmigrantes, estableciéndose una lucha en la que, finalmente, se profundiza el abismo cultural que es recogido por fundamentalismos de todo tipo. Este es un caso clarísimo en el que la dirigida «globalización» favorece el desplazamiento irrestricto del capital, al tiempo que restringe, controla y disciplina la movilidad del trabajo. Esta situación pone a la expresión política del Movimiento en una encrucijada ya que a la hora de los momentos electorales el Partido Humanista debe optar por los discriminados extranjeros limitando las esperanzas de voto solamente a los trabajadores y los jóvenes nacidos en el lugar de la elección, que han sido esclarecidos suficientemente sobre la raíz de estos problemas. Los extranjeros normalmente no votan en dichas elecciones, de manera que nuestra inferioridad es notoria en esas ocasiones. Cosa muy diferente ha ocurrido en movilizaciones que ha promovido el Movimiento al que han adherido los trabajadores extranjeros y más debilmente, los trabajadores y estudiantes nativos. El mejor ejemplo que podemos exhibir ocurrió en la marcha y acto de protesta que arrastró desde varias ciudades italianas a 50.000 manifestantes hacia Roma bajo las banderas humanistas, en ocasión del repudio al proyecto discriminatorio del decreto Dini, el 3 de Febrero del ´96. Esta acción fue apoyada tambien por el Movimiento en muchos países, haciendo llegar nuestra posición a embajadas, Prensa y ciudadanos en general, con un estilo de repudio similar al que se efectuara en su momento con las explosiones nucleares en el Pacifico impulsadas por Chirac.
Volviendo a nuestro tema. Las dificultades de estructuración en los nuevos países son económicas, de desplazamiento y de comunicaciones, dificultades que pese a todo se van subsanando aunque en condiciones de mucha precariedad. Allí a donde llegamos tratamos de poner en marcha actividades de alfabetización y sanitarias; tratamos de capacitar a un pequeño núcleo en asuntos de comunicaciones e instalamos, donde se puede, accesos telefónicos y computadoras. Por otra parte, en los países europeos, las campañas de recolección de medicinas y útiles para la alfabetización, han sido una ayuda inestimable. Para favorecer el desarrollo se ha creado en este semestre la Federación Internacional de Apoyo Humano que tiende a canalizar recursos, dando al mismo tiempo asesoramiento y protección legal a los lugares en los que desarrollamos nuestras actividades.
Un último punto sobre África y el Caribe. El Movimiento plantea, desde el primer momento, la necesidad de estructurar y dar continuidad y crecimiento a esos trabajos. Esclarece estableciendo diferencias entre la ayuda humanitaria y la ayuda humanista, porque aquí no se trata de caridad por parte de los que colaboran y de pasividad por parte de los que reciben. No se trata tampoco del trabajo de las Organizaciones No Gubernamentales que funcionan hasta donde llega el presupuesto que se les asigna y luego quedan paralizados los proyectos por falta de recursos. El Movimiento plantea puntualmente la necesidad de la reciprocidad y no la actitud pasiva. Allí a donde se lleva la alfabetización y la mejora de condiciones de vida se plantea a la gente que va a participar la necesidad de la reciprocidad, más o menos en estas palabras: » Usted aprende, entonces Ud. da enseñanza a otros; usted mejora su situación personal o la de su aldea o barrio, entonces usted trabaja luego por el beneficio de los demás en su aldea o barrio.» No se van a cambiar las condiciones de vida puntualmente ni mundialmente si no se trabaja con gente que actúe en términos de reciprocidad. Es muy desgraciado hoy verificar la evaporación de la antigua solidaridad, pero sucede que a veces hay quienes la reclaman sin estar dispuestos a hacerse cargo de las necesidades de los demás. Por ello, aquellos hermosos sentimientos de «fraternidad» que nacieron en los albores de la Revolución Francesa y que poco a poco fueron reemplazados por las corrientes solidaristas, hoy deben basarse en la reciprocidad de la acción sin que ninguno de los términos de la interacción humanista queden pasivos.
Si el Movimiento en un punto y por los motivos que sea, no pudo formar cuadros que orientaran y multiplicaran la actividad, entonces prefirió aplicar sus energías en otros lugares dejando en todo caso la semilla de sus planteamientos hasta que estas fructifiquen cuando los tiempos sean favorables.
De esta manera, hay formas específicas de actividad para el Centro de las Culturas, hay también un criterio de reciprocidad y, por último, hay un tiempo para la creación de condiciones de desarrollo que debería estar planteado en los calendarios de acción.
Sobre los Centros de las Culturas y sobre la Federación Internacional de Apoyo Humano, los interesados pueden encontrar información y documentación suficiente en las revistas electrónicas 11 y 12 correspondientes a este último semestre.
Para finalizar este punto. En este lapso, ha crecido la actividad de dispersión a nuevas áreas del mundo.