El tiempo está en función de la atención. Depende de la cantidad y calidad de estímulos. La calidad de los estímulos influye en el tiempo, cuando es sufriente, se alarga el tiempo sicológico, cuando es placentero se acorta. Cuanto más atención, más largo el tiempo. Parece que el espacio se alarga y la imagen se aleja.
Si tengo un problema grave a un año plazo, se acorta el tiempo y el espacio. En la misma situación, en conciencia de sí, se alarga el tiempo y se amplía el espacio.
Cuando tengo un fuerte problema en el pasado o en el futuro, se me viene encima, porque lo registro hoy, se actualiza memoria, o se actualiza protensión. En el presente se pueden resolver problemas del pasado o del futuro, revalorizando la situación. He modificado los problemas del pasado en el hoy y al no venir las compulsiones del pasado, he modificado el pasado y con ello el presente. De acuerdo al nivel atencional que le ponga. Por eso lo importante es la entrada y el mantenimiento en el nivel, para mantener la reinterpretación de los significados.
Respecto a la finitud de la vida humana: si no le pongo atención al tema de la muerte, si no le pongo finitud al tema de la vida, el tiempo se alarga. Si tengo en cuenta el tema de la finitud el tiempo se acorta, actualizo el futuro. Si me distraigo, la atención disminuye, el tiempo se alarga en tanto y cuanto no entre el tema de la muerte.
¿Cómo vamos a hacer en un alto nivel de conciencia, cuando la finitud está presente, no me distraigo del problema real, no me olvido del problema de la finitud? Se pone más importante el tema de la vida, me dejo de huevadas, el cuidado es en función de la finitud del acto. Hay una revalorización porque no hay muchas cosas que tengan sentido. Las cosas que distraen pierden importancia.
Conclusión, no hay sentido en la vida si todo termina con la muerte.
¿Cuándo surge la verdadera pregunta por el sentido, genuina, auténtica? Desde un nivel atencional interesante. Cuando se coteja con la experiencia de la finitud. Si no, son frases. Se buscan nuevos significados para la acción, aún en la vida cotidiana. Hay muchas cosas que uno entiende en su biografía, que han sido hechas para alejar el problema de la finitud, para distraerse. A la luz de ese problema, el de la muerte, cuántos problemas desaparecen con una actitud atenta por el sentido. Si no, cualquier problemita se agranda, se desproporciona, cualquier pequeñez es una tragedia. Cosas de la cabeza, que está mal puesta.
Nuestros problemas son el sentido, la muerte y la trascendencia. Son eslogans, pero…
Desde la otra perspectiva, de distraerse, esos problemas no son interesantes, son dos puntos de vista en choque. Pasa entre gente y pasa en uno mismo.
Se supone que con el tema de la muerte no se puede meter mano, ¿por qué? ¿No se puede considerar el problema de la finitud desde otro nivel de conciencia? Claro que sí.
Vamos al problema de las compulsiones. Numerosos problemas de las compulsiones, reivindicaciones, del querer lograr, de la venganza, etc., tienen que ver con la distracción del tema de la finitud. Parece que los significados cotidianos varían bastante, también el significado del quehacer humano.
Las compulsiones ni quitan ni ponen al problema de la finitud.