El correlato “conciencia-mundo” y la estructura forma-complemento pueden ser reducidos en última raíz (e independientemente de los fenómenos particulares) a lo mismo. Descubrimiento de la identidad esencial de todo lo existente. Imposibilidad de otra sustancia que no sea en última reducción la única y la misma para todo ser.
Ver en uno y todo lo mismo.
Nuevo salto con el uno y el todo. Se observa que el mundo y por consiguiente la conciencia y cada cosa, son en la raíz (e independientemente de fenómenos particulares) lo mismo.
¿Se acuerdan cuando al principio hablábamos de aquellos que nos decían: “lo interior es lo mismo que lo exterior”? Parece que así es, pero esto lleva un largo trabajo de comprensión.
Se observa que el mundo y por consiguiente la conciencia y cada cosa, son en raíz (e independientemente de los fenómenos particulares que separan a la conciencia de las cosas y a las cosas entre sí) como última reducción: lo mismo. Es como si dijéramos aquí que la sustancia (aunque no es ese el nivel conceptual que le corresponde) de todo el universo: de la mente, del átomo y de las galaxias, fuera la misma. O que todo estuviera contenido por la misma sustancia, no obstante la diversidad de los fenómenos, las características accidentales que los fenómenos van teniendo en su evolución.
Es como si dijéramos que el mundo es monista y no dualista. Es como si dijéramos que se trata de lo mismo pero en última reducción, porque obviamente no es todo lo mismo en el mundo fenoménico en el que nos movemos. No podemos comparar el micrófono con una persona ¿no es cierto?
Todo lo dicho hasta aquí no puede experimentarse por el simple discurrir, ni se lo puede intuir cabalmente con tecnicismos filosóficos o lingüísticos, claro que no. Pero de algún modo tenemos que comunicarnos y así hemos tratado de hacerlo, con palabras.