Esta bien que a alguien que recién entra, que le va a explotar la cabeza, le digamos que se relaje un poco, etc. Esto es bueno, son técnicas y nos permite comunicarnos mejor. Lo mismo sucede con la atención y otras técnicas, pero no es bueno que estas técnicas se incorporen como prácticas permanentes. No pretendemos que con estas técnicas la persona solucione problemas existenciales, de dirección vital, etc.

Al conocer las técnicas, en ciertos momentos uno sintoniza con estos estados y el registro es gratificante. Las técnicas tienen ese valor, producen ciertos efectos en el momento y al conocerlas nos pueden dar referencias. Lo que no sucede es que por conocerlas «pase algo». Llega un momento que por registro prescindes de las técnicas. Esto sucede por ejemplo con el trabajo con IMÁGENES, uno empieza a producir cambios de punto de vista, desplazamiento, etc., y cuando le ve su utilidad, le da gusto. Lo mismo sucede con la atención. Si no la técnica se graba mal y después no hay ni ganas de repetirla, es un esfuerzo, es un lío. En ciertos campos, cuando se le toma el gusto «sayonara» con la técnica.

Los roles fijos son como técnicas fijadas, que cuesta y produce mucha tensión mantener. Podemos hacer un trabajito para aflojar esa técnica, ese rol, ablandarlo. A fuerza de ese trabajo, de mantener el rol, la cabeza no está suelta y esto no nos sirve.