Las tres vías del sufrimiento hacen comprender como surge la infelicidad.
La vía de la memoria, trae a la mente sufrimientos pasados y la perturba.
La vía de la imaginación, trae a la mente sufrimientos futuros y la perturba.
La vía de la sensación, pone en la mente sufrimientos presentes y la perturba.
Cualquier persona sufre por lo que perdió; por lo que hizo y salió mal; por lo que tuvo que hacer y no hizo. Sufre al recordar acontecimientos de su pasado y, a veces, prefiere no volver sobre todo aquello. Pero también reconoce que muchas cosas de hoy, le hacen recordar su pasado sufriente. Entonces, trata de evitar situaciones que le recuerden aquello. Así es que, de todas maneras, su memoria le está produciendo sufrimiento.
También esa persona sufre por temor a perder lo que posee y por no lograr lo que se propone. Sufre cuando imagina un futuro inseguro.
Por último, sufre al no poder realizar el tipo de vida que desea, al encontrar impedimentos en los demás, en su medio y en ella misma. Está claro que además de esos problemas actuales que experimenta, el juego de la memoria y de la imaginación contribuye a que el momento presente se complique aún más.
Y siempre, en estas tres vías, nos encontramos con el temor: temor a la soledad, a la desposesión, a la enfermedad y a la muerte.
Por consiguiente, es normal que todas las personas experimenten tensiones y angustias. Pero eso que sucede normalmente, no significa que así deba ser necesariamente.
Por otra parte, no se gana mucho con recomendarle a una persona que olvide sus problemas, porque ella dirá: “¿cómo hago para olvidar?”.
Si se la invita a no preocuparse por el futuro que le crea sufrimiento, ella preguntará: “¿cómo hago para no preocuparme?”.