Se observa que el «mundo» y por consiguiente uno mismo y cada cosa son, en la raíz e independientemente de los fenómenos que se perciben, lo mismo. Desaparece toda distinción entre yo y lo otro y entre las cosas mismas.

Acá terminan estas reflexiones extraordinarias, un modo de meditar sobre los encadenamientos de las presentaciones, aquello que aparece ante mí, provenga de afuera o de adentro; sobre los fenómenos de conciencia que, al igual que el pez que no ve el agua, están siempre actuando y rara vez los observamos. Esta reflexión nos lleva a la abstracción máxima, a aquella vivencia de lo profundo donde lo que es y lo que no es, se registran como lo mismo. No estamos hablando de una fina reducción teórica, sino de la conciencia que ha trascendido los condicionamientos de origen, los condicionamientos de la especie

Trabajos de aproximación

El trabajo consiste en registrar lo anterior como una totalidad que se puede expandir o reducir progresivamente. En el esfuerzo por expandir esa estructura total (en donde está el movimiento-forma y su complemento) se experimenta la ampliación o concentración de la conciencia.