Se observa que la diversidad de los fenómenos es aparente y que todo fenómeno es en sí, encadenamiento. Vale para la conciencia en sí como para la cosa en sí y por tanto la conciencia y las cosas se identifican en sí y no en cuanto fenómeno. Así es que la identidad es permanente y la diversidad es variable. Uno y todo son idénticos y permanentes. No existen distinciones entre uno y todo. Me pregunto por lo otro-que-yo. También el mundo “externo” se me presenta estructurado.
Esto es una curiosidad. Veo que los árboles crecen, el otoño y el invierno, todo va cambiando, ¿cómo que ver lo permanente? ¿Cómo es esto? Me encuentro con la naturaleza diversa, la diversidad de los fenómenos, pero en todo eso está el encadenamiento. Y encuentro que todo fenómeno mental en sí implica encadenamiento. La cosa en sí o la conciencia en sí están encadenadas. Se identifican en sí, tienen identidad en cuanto tales y no en cuanto fenómeno. Cada vez me encuentro con más cosas que me impiden liberarme.
Aparece la pregunta acerca de la intersubjetividad, ¿cómo es posible que una conciencia se pueda comunicar con otra?, ¿cómo es posible una misma representación en dos conciencias diferentes?, ¿dónde está lo común: en la representación o en la naturaleza de la conciencia? Estamos en un continuo trabajo de investigación, que es de una tensión muy grande.
Trabajos de aproximación
Se ven ejemplos de cadenas en el mundo y en la conciencia y se estudia así la relación conciencia-mundo. Se puede observar en una habitación cómo se encadenan los distintos objetos entre sí: pared con pared, puerta y cerrojo, etc. Es decir, la cadena consecutiva de objetos. Mientras se observa esto, se mantiene la copresencia de los actos y objetos, la seguidilla de actos.