En toda percepción se tiene una estructura que no está en los sentidos sino en la conciencia, p. ej., el «árbol», porque las distintas sensaciones se organizan en percepción y esta percepción se organiza en una estructura o ámbito mayor (la conciencia). Se debe distinguir, dividir la estructura que organiza la conciencia, de las percepciones. Además, se debe realizar la división y no solamente entenderla… No me llegan cosas sueltas (formas y colores aislados), sino estructuras, p. ej. formas y profundidades. Observo la actividad de algo que no es el sentido, sino la conciencia. Lo registro como algo conocido.

En toda visión de la realidad está la conciencia. Aunque sean distintas las franjas de lo que me llega de la “realidad”, es la conciencia quien determina este asunto. Hace las estructuraciones y le da el toque el final y me hace decir: esto es un marciano. La conciencia con su “dictadura”, tiene la palabra final. La conciencia siempre interviene en la configuración del objeto. Es como una “vieja entrometida” que se mete en todo y quiere lograr que lo percibido sea confiable, quiere siempre “llevarme a buen puerto”. Es decir, la conciencia siempre termina configurando, representando toda la información que le llega por la percepción. Se presentan incógnitas en estas operaciones y se busca cómo resolverlas. Así como el objeto “se mete” conmigo ahora yo me “estoy metiendo” con el objeto. Aquí es donde se comprende aquello de que la conciencia infiere más de lo que percibe, fenómeno que da lugar a lo ilusorio.

Trabajos de aproximación

División entre conciencia estructurando y percepción (eliminado el objeto externo), por ejemplo con un sonido, comprobando cómo lo organiza la conciencia.