Se observa que aun prescindiendo de las representaciones, el esfuerzo por eliminarlas surge como expectativa, como instante en el que se logra o no tal estado, como atención dirigida pero determinada. En suma: a las experiencias, a las resistencias mentales y a los esfuerzos se los observa como «fuerzas» o «tendencias» a las que está encadenada la conciencia y sin las cuales parece no poseer estructura organizada. Este paso muestra que sin la «tendencia» en general, la conciencia no puede actuar. Se trata, en suma, de atender a la «mecanicidad» para pensar, atender al encadenamiento de la conciencia o a la oposición a la «tendencia». Trato de frenar los actos y el funcionamiento. Pretendo “vaciar” pero siempre hay actos y objetos y movimiento.
Entonces hay un encadenamiento en la tendencia. “Voy a pensar pero sin representaciones”, me digo. Es una ingenuidad psicológica, ya que también tengo imágenes y representaciones cenestésicas. Hagamos la prueba, imaginemos un tornillo de 12 pulgadas. Ahora saco esa representación, ahora no lo voy a ver, me digo. Sí, pero va aparecer de nuevo; queda en copresencia y después vuelve, aparece nuevamente. El esfuerzo por eliminarlas surge como expectativa. Por un instante he logrado no ver el tornillo y ¡de nuevo!, ahí está. Lo tengo “atornillado” en el cerebro. La maldita expectativa me encadena, ahí estoy siempre apuntando al momento siguiente. Son los determinismos del pensar, actos y objetos que mutuamente se requieren.
Trabajos de aproximación
Vaciar la conciencia, despejarla de objetos perceptibles y representables. Esto evidencia la imposibilidad de lograrlo y por ello la cadena permanente de actos-objetos y seguidillas de actos.