En grandes rasgos podemos decir lo siguiente: Primero: “El ser humano tiende al logro de lo que cree que es su felicidad”. De manera que no tiende al logro de la felicidad, porque… ¿dónde está la felicidad?

Si tomamos diez personas, unas van a caracterizar la felicidad de un modo, otras de otro, otras de otro…, y al final nos vamos a encontrar con un objeto muy extraordinario, un objeto del cual cada persona tiene una idea diferente. ¿Cómo es posible que lo más importante de la vida de un ser humano, que es el logro de «eso», precisamente de eso, cómo es posible que no pueda ser definido? Esto es una cosa muy extraordinaria. Sabemos muchas cosas, podemos ponernos de acuerdo sobre este objeto, sobre muchísimas cosas de menor importancia estamos de acuerdo, tal vez con otras no lo estemos tanto. Pero esto de la felicidad, esto a lo que todo ser humano aspira, esto precisamente, no existe en un lugar definido, con características definidas.

Sin embargo, si preguntamos a una persona: ¿qué es para usted la felicidad?, nos va a responder una cosa y luego otra, y luego otra persona. Pero esa misma persona, probablemente antes del almuerzo dé una respuesta y luego otra. (risas). Esa misma persona a los quince años de edad daría una respuesta, a los treinta otra y a los ochenta otra. Esto es mucho más extraordinario. Que distintas personas no se pongan de acuerdo con respecto a este objeto, es interesante, pero que la misma persona varíe con respecto al mismo objeto, nos da que pensar.

El ser humano tiende al logro de lo que cree que es su felicidad. De manera que hace las cosas según lo que cree. Pero señores, nosotros, seres racionales, se supone que hacemos las cosas de acuerdo a lo que vemos, somos gente concreta, que nos atenemos a la realidad objetiva. Nosotros, seres racionales, que nos atenemos sólo a lo que vemos, sucede que hablamos de la felicidad, de esas cosas etéreas… (risas) ¿Cómo será todo esto?