Entrando en materia, comencemos la revisión del libro titulado La Mirada Interna.
¿Qué se pretende transmitir en esta obra? Sólo dos cosas. En primer lugar un mensaje de correcta conducta y de correcta actitud frente a la vida. En segundo lugar, un mensaje sobre grandes tópicos de trabajo interno.
Si quisiéramos resumir todo en una frase, diríamos que el objetivo que persigue este libro es el de transmitir una enseñanza sobre la conducta y sobre el interior del ser humano con referencia al sentido de la vida. Pero se ocupa preliminarmente de subrayar la intención del que enseña, la actitud del que aprende y la forma de llevar adelante esa relación.
Sin embargo, frente a la relativa complejidad que ofrece el texto, podríamos responder a un interlocutor impaciente que el libro es sencillamente una poesía o si se quiere y más precisamente, es prosa-poética.
De manera que no debería suscitar tanta necesidad de explicación. En efecto, la poesía llega hasta nosotros o no llega. La sentimos en profundidad o nos toca simplemente.
Redondeando la respuesta, diríamos que simplemente gusta o no gusta. Y ello sería bastante explicación para nuestro supuesto interlocutor. Pero ese modelo de respuesta será para salir del paso velozmente o para satisfacer urgencias, de ningún modo para llegar a la esencia del texto.
Dijimos antes que se trata de un mensaje sobre conducta en la vida y sobre trabajo interno. También señalamos que ello está precedido de consideraciones en torno a quien enseña y quien aprende y al tipo de relación que se pretende entre ambos.
Ahora bien, formalmente, el libro esta dividido en 20 capítulos y cada uno de ellos en fragmentos. Estos fragmentos son pausas que deberían tomarse como motivo de meditación, suspendiendo la lectura en cada una de ellas hasta que se tuviera cuando menos, una idea aproximativa, o acaso una representación antes de continuar con la siguiente.