En el mundo académico occidental se suele llamar «humanismo» al proceso de transformación de la cultura que comenzando en Italia, particularmente en Florencia, entre fines del 1300 y comienzos del 1400 concluye, en el Renacimiento, con su expansión por toda Europa. Esa corriente apareció ligada a las «humanae litterae» (que eran los escritos referidos a las cosas humanas), en contraposición a las «divinae litterae» (que ponían el acento en las cosas divinas). Y éste es uno de los motivos por el cual se llama a sus representantes «humanistas». Desde esa interpretación, el humanismo es, en su origen, un fenómeno literario con una tendencia clara a retomar los aportes de la cultura grecolatina, asfixiados por la visión cristiana medieval. Debe anotarse que el surgimiento de este fenómeno no se debió simplemente a la modificación endógena de los factores económicos, sociales y políticos de la sociedad occidental, sino que ésta recibió influencias transformadoras de otros ambientes y civilizaciones. El intenso contacto con las culturas judía y árabe, el comercio con las culturas del extremo oriente y la ampliación del horizonte geográfico, formaron parte de un contexto que incentivó la preocupación por lo genéricamente humano y por los descubrimientos de las cosas humanas.