(del lat. evolutionem: acción y efecto de evolucionar). Autodesarrollo gradual y natural de un sistema social y orgánico, que excluye transformaciones bruscas y repentinas, sobre todo intervenciones artificiales en el curso del proceso natural.
La e. abarca una suma de cambios orientados a la complejificación creciente, aunque este proceso se extiende a un período más o menos prolongado.
En la ciencia biológica la doctrina evolucionista pretende explicar los fenómenos naturales por transformaciones sucesivas de una sola realidad primaria, material, sometida a perpetuo movimiento, en cuya virtud pasa de lo simple y homogéneo a lo compuesto y heterogéneo. Esto, sin embargo, presenta serios problemas teóricos, ya que algunas cosmologías (y sus derivadas posturas biológicas) tratan de probar que desde un punto original todo va transformándose hasta perder energía y orden. Pero en los últimos años y luego del estudio de las estructuras disipativas (debido sobre todo a Prigogine), el concepto de e. ha sido radicalmente modificado, alterando tanto las viejas concepciones como las más recientes apoyadas en el simple principio entrópico. A la luz de estos cambios conceptuales, debe ser revisada no solamente la idea de e., sino también (p. ej., en el campo de las ciencias sociales) la de revolución (*) que implica rupturas o discontinuidades en un proceso evolutivo.