Mientras que los 9 puntos son un aporte para la movilización revolucionaria, toda declaración de principios y toda estrategia planteadas en términos de futuro difuso se constituyen en frenadoras de la acción, cuando no en monstruos sagrados ante los que deben sacrificarse las generaciones.
Este punto, incomprensible para los «adultos», es para nosotros de fácil asimilación porque sabemos que la acción (en la medida en que movilice a las mayorías) pone en marcha las fuerzas creadoras del pueblo. El pueblo en marcha es quien fija sus objetivos y no los «dirigentes». De la dinámica revolucionaria debe brotar espontáneamente el esclarecimiento y deben desde allí depurarse las aspiraciones de las masas.
En cuanto a las tácticas de lucha, éstas son inmediatas y se diseñan en cada caso según las circunstancias, tendiendo siempre a lograr el control del centro de trabajo, de la casa de estudios, etc. El control sobre los medios de producción es, finalmente, el control del poder real. De manera que las huelgas, tomas y ocupaciones son medidas tácticas que actúan directamente sobre el mecanismo del poder real.
Los gremios y sindicatos controlados por la maquinaria vertical de la central obrera tienden en la cúspide a ser manejados por el sistema, así es que no se trata de producir cambios de mano (por lo demás, inestables) en la cúspide, sino que lo importante es la formación de grupos espontáneos en las bases. Grupos espontáneos horizontales, sin conducción y enlazados con otros que trabajan en la misma línea, hasta formar verdaderas redes multiconectadas.
Los grupos se configuran espontáneamente en los lugares de trabajo en razón de edad, afinidad, etc. Estos grupos deben ir aumentando su concientización del proceso en la acción inmediata y produciendo material de difusión para lograr uniformidad horizontal.
Cuando los grupos espontáneos se van consolidando y ampliando, comienza a surgir la necesidad de simplificar la complejidad creciente. En ese momento comienza a dibujarse la síntesis que conocemos como Movimiento. Tal movimiento es la expresión de todos los grupos, de los diferentes centros de trabajo y de las áreas campesinas y urbanas.
El movimiento que brota respondiendo a las necesidades crecientes, no puede independizarse como superestructura burocrática que luego digite la voluntad de las bases por cuanto éstas provocan el vacío a tal aparato y siguen conectadas entre sí horizontalmente. De haber tomado el movimiento obrero tales precauciones en el pasado, ninguna condición hubiera traicionado sus demandas.
Finalmente, es en los centros de trabajo y estudio donde se concentra la mayoría de la nueva generación y es allí donde bulle el fermento revolucionario. La unidad obrero-estudiantil, soldada generacionalmente, generando y ampliando el movimiento revolucionario, irá presionando progresivamente los nudos del poder real y del poder político.
Simultáneamente, se irá operando el vacío en las estructuras convencionales de los partidos políticos, que irán languideciendo para concluir en el basurero de la historia.
Pero allí donde el movimiento pueda entrar, conviene que no vacile en hacerlo a fin de establecer cabezas de playa para acciones de mayor envergadura.
Los gobiernos reformistas estarán obligados a abrir las puertas o se las abrirá violentamente. Los gobiernos reaccionarios, tendrán que cuidar todo su edificio.
RELACIONES CON OTRAS LINEAS REVOLUCIONARIAS
Descartando el sectarismo y el autoritarismo de las izquierdas tradicionales, la postura que suele asumirse frente a ellas es la del acuerdo de los puntos mínimos y el acuerdo en la acción directa, promoviendo siempre la asamblea y la crítica colectiva, tratando de orientar la acción contra el sistema y barriendo las luchas intestinas características de esas líneas.
DEFENSA Y REPLICA
El movimiento organiza su protección jurídica para hacer valer los «derechos y garantías» que declama el orden burgués. Igualmente, forma sus fondos de protección para los perseguidos y despedidos de sus trabajos. Por último, crea sus piquetes de defensa para repeler la agresión física de los agentes de la reacción.