La vida humana es un caso de la vida en general y ésta, un caso de la evolución del Universo.
La contínua evolución del Universo muestra siempre el ritmo de diferencias, combinaciones y síntesis cada vez de mayor complejidad. Nuevas síntesis asumen las diferencias anteriores y eliminan materia y energía cualitativamente no aceptables para pasos más complejos.
Cuando la materia inerte se organiza en las primeras formas ameboidales la complejidad de su composición es tal que aparecen funciones de nutrición, reproducción y locomoción en apretada síntesis relativamente autónoma. Allí reconocemos al ser viviente.
Posiblemente al finalizar la era arqueozoica (1) surgieron las primeras formas de vida en nuestro planeta. De allí y hasta la era nozoica (2) se desarrollaron plantas y animales cada vez más organizados que fueron sufriendo diversas adapataciones al medio, desapareciendo antiguas especies superadas por la vida nueva.
Finalmente el período cuaternario (3) fueron emergiendo seres antropomorfos y de características humanas.
A lo largo del proceso coexistieron diversas especies que a su modo resolvieron el problema de la adpatación al medio. No otra cosa sucede en los momentos actuales. Pero siempre ocurrió que cuando distintas especies colisionaron por razones de convivencia, las más nuevas (y por tanto más complejas) desalojaron del escenario vital a las más viejas (4). El mejor ejemplo de esto lo da la especie humana.
Aún en cada especie la ley de la superación de lo viejo por lo nuevo, se cumple inexorablemente. Hay arácnidos que sirven de alimento a sus hijos hasta que mueren devorados; hay mamíferos (el ciervo v. gr.) en los que se da la lucha del macho viejo con el joven que lo reemplazará…Los ejemplos abundan en todas partes.
Los pueblos polinésicos cuentan con leyendas muy ricas y significativas en tal sentido. Fraser relata numerosos casos en los que se produce la muerte del anciano a manos de los jóvenes que lo reemplazarán en la conducción del grupo y se apoderarán de sus prerrogativas.
En Occidente, el mito de saturno desalojado por su hijo Júpiter refleja claramente el mismo hecho.
Pero no debe pensarse que estamos hablando sólamente de mitos o leyendas lindantes con la prehistoria. Recientemente se ha observado en esquimales e indios de América del Norte, la horrorosa costumbre de abandonar a su muerte a hombres y mujeres demasiado viejos para el interés colectivo.
No podemos negar además, que aún en los «piadosos» hogares de ancianos de nuestros días, se refleja toda la barbarie del desprecio y la marginación hacia los viejos, inútiles ya a la sociedad productiva. Las magras pensiones o las jubilaciones de hambre retaceadas a la ancianidad, no parecen hablar de otra cosa.
En todas las culturas del mundo está presente el hecho dinamizador de la historia: la diléctica generacional.
En épocas recientes, la represión y defensa de intereses muy concretos hace surgir teorías desviatorias del problema de fondo. Problema que al agigantarse se trata de destruir o desplazar negando su existencia.
Se trate de pueblos en los que exista o no la propiedad privada, se trate de patriarcados o matriarcados, de gens o de fratrias, de sociedades primitivas o desarrolladas, siempre surge en la organización humana, la lucha de las generaciones, la separación de los viejos por los jóvenes. Así en los hombres, en las teorías científicas, en las técnicas.
LA DIALECTICA GENERACIONAL (7)
He aquí que los jóvenes de hoy, que hacemos brillar como nunca el principio de la superación, amamos seguramente con mayor profundidad a los predecesores, y admiramos sus mejores obras que sentimos se sintetizan en nosotros.
El anciano y el niño están marginados de la lucha que se establece entre dos generaciones por el control del poder. La generación en el poder, impide que los jóvenes accedan a él, pero indefectiblemente sucede que los jóvenes irrumpen desplazando a los anteriores y manejando ahora los controles. Los desplazados no tienen entonces sino que marchara su otoño. A su vez, los que estaban en edad de aprendizaje, se han ido desarrollando y comienzan su lucha con los nuevos detentadores. Las viejas generaciones van desapareciendo y nuevos niños irrumpen en el escenario vital. Esa es la mecánica inexorable de la historia.
Aún cuando se logre en poco tiempo más nuestra preciada sociedad socialista, el género humano no saldrá tan facilmente de la prehistoria. Es necesario explicar que no se trata solamente de resolver el problema de la propiedad privada, sino de toda forma de poder que indefectiblemente se concentra en cada escalón histórico en manos de una clase temporal, en manos de una generación.
Nadie puede ya creer que modificando solamente las relaciones sociales de producción y poniendo en manos del pueblo los medios que les son propios, se acabe con el poder acumulado en manos de unos pocos.
Unicamente la organización social en reemplazo de la organización estatal dará paso a la sociedad libertaria, no autoritaria y no burocrática (8).
Cuando se elimine socialmente la posibilidad del ejercicio del poder del hombre sobre el hombre, las generaciones cesarán en su milenaria lucha, para ejercer únicamente el poder sobre la naturaleza. Ese será el momento de la ruptura de encadenamiento histórico.
EL ESTADO ACTUAL DE LA LUCHA GENERACIONAL
La pirámide de la población mundial va aumentando velozmente en su base, en una proporción desconocida hasta ahora. Si el 70% de la población mundial tiene menos de 25 años y la proporción sigue creciendo, no habrá de producirse un aluvión de pueblos con tasa joven sobre los de pirámide estable, sino aún dentro de cada pais, las nuevas generaciones tenderán a manifestarse violentamente contra las capas más antiguas. En primer lugar contra los detentadores de poder económico y luego contra los detentadores de toda forma de poder, pudiendo provocarse desde ya la siguiente contradicción: que a mayor aumento de «orden» y estatización corresponderá un mayor aumento de «desorden» promovido contra el sistema por el crecimiento y concientización de las nuevas generaciones.
Aún cuando la gerontocracia desate guerras en gran escala y ejércitos de jóvenes de uno y otro bando se destruyan mutuamente, aún cuando trate de esterilizarse a pueblos enteros o de controlar la natalidad según los nuevos sistemas de los malthusianos de hoy, el conflicto no será resuelto. La única forma de resolverlo en la altura histórica actual es mediante la distribución mundial justa de la riqueza y de la tierra, por encima de toda frontera.
Aparte de lo anterior, los coetáneos de todos los continentes están unidos por los medios de información y los estarán cada día más a medida que se desarrollen nuevas técnicas en las comunciaciones. De modo que todo aislacionismo racial, lingüístico y nacional será superado por la misma técnica.
Esto último (que en alguna medida explica también las explosiones juveniles casi simultáneas en paises de condiciones objetivas diferentes), es lo que contribuirá fuertemente a la toma de conciencia de las nuevas generaciones aún en puntos donde las pirámides de población sean estables y donde el sistema alienante de la sociedad de consumo haya aletargado los movimientos reivindicatorios clasistas.
Las guerras y las ocupaciones que mantienen los imperialismos fuera de sus fronteras inciden con efecto de boomerang en su propio seno, en donde la juventud se alza para evitar su reclutamiento y masacre y se solidariza con los pueblos oprimidos.
La situación parece hoy llegar al punto en que dos jóvenes pertenecientes a sistemas económicos en lucha, tienen entre sí mayor identificación que cada uno de ellos con los que usurpan el poder.
Dentro de cada país, día a día son más convergentes los intereses de la clase y la generación dominadas.
Sobre esto último, el primer ejemplo que salta a la vista es el de la revolución cubana producida por un promedio generacional menor a 30 años y formado, en cuanto a composición clasista por un ejército de liberacón totalmente heterogéneo.
Lo afirmado vale para la guerrilla campesina y urbana de latinoamérica cuya característica esencial es su coherencia generacional más que la extracción de clase, aún cuando sus objetivos y proclamas destaquen por ahora solamente los tópicos de la revolución socialista heredados de las generaciones pasadas.
LA SUPERACION DE LA CONTRADICCION GENERACIONAL
Hemos dicho que únicamente cuando se elimine socialmente la posibilidad del ejercicio del poder del hombre sobre el hombre, las generaciones cesarán en su lucha milenaria para ejercer el poder sobre la naturaleza.
Entre tanto, no habrá ruptura histórica porque si la actual generación en lucha con aquélla que retiene el poder, no produce su tipo de sociedad socialista libertaria y conserva en sus manos el mecanismo político sin que éste pierda su carácter de tal, la generación que se mantenía en estado de capacitación recomenzará la eterna lucha para apoderarse de la maquinaria.
Dada esa situación, todo hombre y mujer orientados en la línea del Poder Joven, continúan en la lucha aún contra su propia generación, al instalarse ésta en el poder y a favor de la revolución total.
Las objeciones lanzadas contra el Poder Joven en el sentido de que todo ser humano envejece y que por lo tanto los jóvenes de hoy perderán más adelante su juventud, no son consistentes. Por cuanto todo aquel que independientemente de su generación, lucha por la revolución nueva, pertenece de hecho al Poder Joven y reivindica en él mismo su juventud físicamente perdida.
Este punto es muy claro y no debe dejar de destacarse al tiempo que se esclarece a los de mayor edad, en el sentido de que la lucha por la revolución no se limita al apoyo simpático y lejano, al apoyo «moral», sino que se verifica en la acción concreta.
Queridos padrecitos: una cosa es «comprender» a la nueva generación y otra es luchar codo a codo con los propios hijos para efectivizar la revolución, contra la propia generación encanallecida y reaccionaria.
Sin duda que la base del Poder Joven siempre estará compuesta por la gran mayoría juvenil, pero los de mayor edad pertenecientes a la misma línea, deberán actuar dentro de sus posiblidades al lado de los jóvenes con la misma fortaleza de espíritu y aprovechando los resortes adquiridos para aportarlos a la revolución.