Tienes la culpa de todo.

Juntos pudimos…

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¡Qué serenas hubieran sido nuestras vidas!

Pero ahora sentirás la desgracia (es lástima que no puedas sufrir intensamente).

Si pudieras ver Irene, la belleza de todas las cosas, de la tierra y del fuego. Animalito, que puede importarte. Te mueven sólo los grandes efectos. ¡Eliges mal y aplaudes mal!

¿Oyes marchas bélicas? Mira la muerte de todos los ejércitos. ¡Para siempre!

Necesitas de la catástrofe y sin embargo su presencia te «horroriza».

Hay algo que te importa: ¡dormir! ¡Bestia! ¡Duerme imbécil!

¡Bestia, bestia!

¡Cuánto deseo quebrarte y comer tu cuerpo…y triturarlo!

…Sí, lo veo. Son feísimos. De pequeñas espaldas y con gafas… ¡críticos!… Tienen más utilidad de la necesaria porque suelen aumentar hasta lo inmensurable la capacidad de odio de sus víctimas, y es algo bueno el odio.

Has vivido tu corta vida rodeada de ejércitos, críticos, organizadores del desastre.

Las piedras no penetran tu sociedad hermética. ¿No me dejas regalarte una piedra, o arena, arena del tiempo? Pero cien, mil millares de cañonazos y de bombas; muertos, muertes pueden sí. ¿Y ese aire envenenado que envenena al mundo y a las generaciones que te siguen?…

La atmósfera se limpia nuevamente, se limpia ahora que las naciones se unifican y dejan de probar sus armas. ¿Tiene esto sentido?… ¿Importa que lo tenga?

Has oído hablar de patria, bandera, himno, fraternidad, raza. ¿Por qué estas palabrotas suenan mal? Porque detrás de su metal pululan aquellos bichos microcéfalos, políticos agudos en sus picotazos. ¿Podrías vomitar todo eso? ¡No! Crees en ese amor, esa moral, en la justicia y tal vez también crees en Dios. ¡Culpo rabiosamente tu debilidad! Deja miserable que los humanoides te cuelguen de los pelos, deja que te sujeten fuertemente del Estado y baila también el ritmo de la tribu. No hables fuerte y claro sino bajo, muy bajo así tu voz ahogada se confunde con el coro del clan. Y m s, mucho m s… Pero han cambiado los tiempos, ahora oyes mi voz e infinidad de voces diferenciadas retumbando, levantando fábricas en su cadencia; alzando laboratorios gigantescos; construyendo casas muy pequeñas, ¡posibilitando la vida!

Ahora tu inteligencia ve más claro cuando los vapores del Estado se absorben y tu imaginación pueda hacerte feliz porque haya eco, sólido eco, resonancia con la existencia. Ahora sí puedo tocar tu cuerpo y podré tocarlo mientras haya quien gobierne pero Estado ¿así?…

¡Cómo me engaño! ¡No es verdad, no han cambiado los tiempos!

¡No ves mis lágrimas mujer estúpida! ni mis manos con sangre, sangre roja. No ves mis manos arrastradas, despedazadas en la búsqueda, no puedes seguir mi rastro ascendente o precitado o vertiginoso pero sangriento.

¡Oh, si hubiera Dios! ¡Cómo busco y amo la eternidad contigo!

Ríe cuerpo blanco, mujer blanda, cuando no rías sobre tus huesos seguir n riendo y seguir n y seguir n. ¿No has pensado qué pasar cuando no estés? Aún no es hora de que te preguntes eso, ¡los años hacen encariñarse con la vida!

¿Sabes qué es libertad o mejor, qué es liberación? ¿Sientes qué es crear? ¿Comprendes por fin qué es ser feliz?

Mata y sigue matando, aplaude, apóyate en los críticos, pisotea, póstrate ante la fuerza y alaba la violencia. ¡Cuidado! Las armas caen ante los espejos, caen de las manos del guerrero que se mira adentro, que es obligado a mirarse adentro. ¡Cuán fácilmente se puede obligar a los guerreros!

Es cierto la locura ¿puedes distinguirla del vivir mal o peor o mejor, puedes acaso?