En la vida cotidiana hay un descontrol, la gente explota, no puede aguantar. Se consume mucha droga, hay que drogar a la gente, a los niños que se mueven un poco más (los niños índigos)… la pastillita… se los va sedando o bien se les pone una pulserita, un chip para que estén controladitos.
La tecnología avanza pero psicológicamente todo es muy medieval, muy oscurantista, hay desconfianza.
En situaciones de anestesia, los propios contenidos se imponen y le empiezas a atribuir a la gente cosas.
Por anestesias se pueden producir alucinaciones. No hay estímulos externos y se da sobresaturación de estímulos internos.
Hay estados alterados hacia la locura (negativos) y otros que van en otra dirección (positivos). Hay estados alterados negativos como la ira, la violencia y positivos, como el enamoramiento. Uno podría alucinar con otras cosas y el “yo” se quedaría de lado. Ése es un estado. Hay otros estados alterados (ataque de ira o violencia) y el “yo” también queda a un lado. La diferencia entre los dos es la dirección que toma… ¿quién impulsa esa dirección mental?, ¿qué guía eso? Una dirección mental, una intención. La dirección distingue los estados alterados. Puedo producir estados alterados muy elevados. Y ¿por qué tomo una vía u otra? Es porque hay una dirección mental.
El “yo” en vigilia se desestabiliza, es impactado por “aerolitos”, se descontrola (depende de la tendencia profunda que tienen) y va a estar guiado por la tendencia . Una contestación impacta y el yo queda boleado, ahí el yo no maneja. Hay momentos en que surge “la parca” y te da un codazo.