Es un tema crítico de circuitos de comunicación y de mecánica de funcionamiento de la asamblea en el futuro. Las reuniones númerosas de asamblea presentarán inconvenientes y, por otra parte, la tecnología de que disponemos en la actualidad para conectarnos virtualmente no es eficaz. Este tema es de difícil solución y no se resuelve con una comisión. Tenemos seis meses para encararlo, en función del veloz crecimiento que al parecer se acerca. Tenemos que estar en condiciones de, por una parte, llevar cosas de interés a los nuestros y, por otra, de hacer llegar estas cosas aun más allá de los nuestros hacia el medio. Debe ser posible hacerlo con rapidez, y estar bien organizados como para no perder las oportunidades favorables que se nos presenten. Debemos estar en condiciones de coordinarnos para dar respuestas veloces. La solución a esto tiene que ser simple, no complicada. Por ejemplo, no nos convienen las reuniones de asamblea por regiones (cosa que a alguien podría ocurrírsele), lo cual nos retrotraería a etapas que queremos dejar atrás en función de mundializarnos.
Tenemos que aprender a poner la cabeza en lo nuevo, en el cambio que se está produciendo en la gente. No podemos pensar las cosas sólo desde los que nos gusta.
Entre los nuestros hay una gran circulación de información, en particular de aquellas cosas que tienen fuerza en sí. Pero también en el medio hay gente que tiene gusto en hacer circular ciertas cosas. Hay que atender a este fenómeno.
Las páginas web se hacen conocer por otros medios para que la gente las visite (por ejemplo, carteles en las calles que dan la dirección internet de una compañía). Son todos «rulos».
La industria del entretenimiento es lo que permite que la gente se distraiga mientras va haciendo cosas. Se distraen para olvidarse del tema de la muerte, observación hecha en su momento por Avicena y luego por Heidegger. El eslógan «Pane e circenses» (Pan y circo) que acuñaron los antiguos romanos es muy interesante. Esto del «panen e circenses» no surge durante la época de la república ni anteriormente durante la monarquía, sino durante el imperio. Una frase feliz que tenía en cuenta la subjetividad de la gente, no se enfatiza sólo en el pan que sirve para el sustento. El «dopolavoro» mussoliniano se apoya en lo mismo. El manejo del subjetivismo.