1.- Principio de adaptación.
«Ir contra la evolución de las cosas, es ir contra uno mismo».

Este principio, destaca que cuando por anticipado se sabe el desenlace de un acontecimiento, la actitud correcta es la de aceptarlo con la mayor profundidad posible, tratando de sacar ventaja aún de lo desfavorable. Examinar momentos de la vida en los que no tuvimos conocimiento de este principio y por tanto obramos en contrario, nos ilustrará convenientemente sobre el significado del mismo. Será más interesante aún reflexionar sobre el momento que estamos viviendo y estudiar las consecuencias para nosotros mismos y para nuestras personas próximas, en caso de no tener en cuenta el principio.

Estamos explicando que las cosas a las que no debemos oponernos son aquellas que tienen un carácter inevitable. Si el ser humano, por ejemplo, hubiera creído que las enfermedades eran inevitables, la ciencia médica jamás hubiera avanzado. Gracias a la necesidad de resolver problemas y a la posibilidad de hacerlo, la humanidad progresa.  Si una persona queda sola en el desierto, ¿es inevitable que muera?. Esa persona hará el esfuerzo de encontrar salidas a su situación y, en efecto, encontrará un oasis o bien la encontrarán a ella con más facilidad si utilizó todos los recursos posibles para hacerse ver a la distancia. Así es que este principio se asienta en la situación de lo inevitable para ser aplicado correctamente.

2.- Principio de acción y reacción.
«Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario».

Este principio destaca que las personas y las cosas tienen determinados comportamientos y que resisten o facilitan nuestros proyectos si actuamos adecuadamente. Cuando movidos por impulsos irracionales presionamos algo contra su propio comportamiento, observamos que puede ceder ante nuestras exigencias, pero las consecuencias a corto o largo plazo será que volverán efectos distintos a los que queríamos lograr.

El ser humano es forjador de acontecimientos, da dirección a las cosas, tiende a planificar y a cumplir proyectos. En suma, se dirige hacia fines. Pero las preguntas son: ¿cómo va hacia esos fines? ¿cómo hace entender a otra persona la solución de un problema presente: se la violenta o se la persuade?. Si se la violenta, ahora o después habrá reacción; si se la persuade, ahora o después se sumarán las fuerzas.

Muchos piensan que «el fin justifica los medios» y obran forzando todo a su alrededor, logrando a menudo resultados exitosos. En ese caso, la dificultad viene después. El fin se ha logrado, pero no se lo puede mantener por mucho tiempo.

El principio que estamos comentando se refiere a dos situaciones distintas. En una se obtiene el fin buscado, pero las consecuencias son opuestas a lo esperado. En otra, por forzamiento de situaciones, se obtiene un «rebote» desfavorable.

3.- Principio de la acción oportuna.
«No te opongas a una gran fuerza. Retrocede hasta que ella se debilite. Entonces, avanza con resolución».

Este principio, no recomienda retroceder ante los pequeños inconvenientes, o los problemas con que tropezamos diariamente. Unicamente se retrocede, según explica el principio, ante fuerzas irresistibles, tales que indudablemente nos sobrepasen al enfrentarlas. Retroceder ante las pequeñas dificultades debilita a la gente, la hace pusilánime y temeroso. No retroceder ante grandes fuerzas hace a la gente proclive a todo tipo de fracasos y accidentes.

El problema aparece cuando no se sabe anticipadamente quién tiene más fuerza, uno o la dificultad. Eso habrá de comprobarse tomando pequeñas «muestras», haciendo pequeñas confrontaciones que no comprometan totalmente la situación y que dejen espacio libre para cambiar de postura si esta fuera insostenible. Antiguamente se hablaba de «prudencia», esa era una idea muy próxima a la que estamos explicando.

Pero hay otros puntos: ¿cómo avanzar? ¿en qué momentos el inconveniente se ha reducido en fuerza?, o bien ¿en qué momentos hemos ganado nosotros en fuerza?. Vale la misma idea de tomar muestras en distintos tiempos y oportunidades, haciendo pequeños intentos.

Cuando la fuerza está a nuestro favor y el inconveniente se ha debilitado, el avance debe ser total. Guardar reservas ante tal situación es comprometer el triunfo porque no se va adelante con toda la energía disponible.

4.- Principio de proporción.
«Las cosas están bien cuándo marchan en conjunto, no aisladamente»

Esto quiere decir que si impulsados por un objetivo desacomodamos toda nuestra vida, el logro del resultado buscado se verá sometido a numerosos accidentes y aún, si efectivamente se consigue tendrá amargas consecuencias. Si, para obtener dinero o prestigio, desacomodamos nuestra salud, sacrificamos a nuestra gente querida, nos despreocupamos por otros valores, etc., es posible que surjan tales accidentes, que no logremos el resultado buscado. En otros casos puede ser que lo obtengamos pero ya no habrá salud para disfrutarlo, ni seres queridos con quiénes compartir, ni otros valores que nos den sentido. «Las cosas están bien cuando marchan en conjunto» y esto es así porque nuestra vida es un conjunto que requiere equilibrio y desarrollo adecuado, no parcial. Si bien hay cosas más importantes que otras, cada persona debería tener una verdadera escala de valores para que lo primario, lo secundario, lo terciario, pudieran cumplirse proporcionalmente. Con la fuerza que se debe aplicar a cada cosa de acuerdo a la importancia fijada, todas marcharían en verdadero conjunto.