En este momento histórico, hay que plantarse con claridad y con fuerza. No es la etapa del antihéroe, aquella en que todos somos iguales. O como cuando quieres ser participativo «¿de qué quieren que discutamos?» Eso murió. Tienes que presentar el proyecto y ver quienes te siguen.
¿Qué es participar? Participar es ser parte de un proyecto. Quiere decir que debe estar el proyecto y lo demás es demagogia del año ’60. El tema es el proyecto. Yo presento mi proyecto y el que no está de acuerdo que no participe. Cuando alguien dice que no hay que presentar proyectos, por boca de ese habla el sistema. O dice: «no hay que organizarse» ¿Y la banca no se organiza?. O dice: «Uds. son verticales». ¿Y la banca no es vertical?
Se ve cada cosa…: un dirigente del PC que aparece en la TV, en su casa, regando plantitas, tratando de dar una imagen blanda. Hay que decirle que eso ha estado muy bien que ahora nadie quiere la revolución, todo el mundo quiere regar plantitas. Mientras tanto la banca trabaja anfetaminizada, conectados con todo el mundo, en una actividad desenfrenada, y van triturando todo.
Es muy raro esto. Mientras la gente está más confundida, nosotros estamos cada vez más claros. ¿Será una ley de compensación?
Nuestra argumentación tiene que ser virulenta, fuerte, explosiva, con perfil muy definido, muy claro, pero tiene que estar fundamentada. No puedes decir que el sistema no funciona. El sistema neoliberal funciona muy bien… ¡para cuatro! Y el resto muy mal. El esclavismo funcionó muy bien… ¡para cuatro!; el nazismo funcionó muy bien …. ¡para cuatro!; el stalinismo funcionó muy bien … ¡para cuatro! (por otro lado 20 millones de muertos).
¡Cómo que no funciona! Hay cada vez más bancos, más financieras, más productividad. No puedes decir globalmente que no funciona, porque te van a llenar de cifras y te van a dejar mal parado. Pero, cuánto mejor funcione para unos pocos, peor va a estar la mayoría de la gente.
Esto hay que trasladarlo a muchas cosas que solemos repetir sin fundamento. No es cuestión de largar espuma por la boca. Hay que decir con fundamento.
Este sistema funciona bien, sólo es comparable con el régimen esclavista. Se han reemplazado las cadenas por las tarjetas de crédito. Mientras mejor le vaya al sistema, peor va a ser para Ud. Buenas escuelitas… ¡para unos pocos! Buenos hospitales… ¡para unos pocos! Casimires y buenas ropas… ¡para unos pocos!
Por supuesto que no faltan los de la cabaña del tío Tom: «si, amito». Debemos hacer la crítica cada vez más fuerte pero fundamentada, no con cosas inverosímiles sino, los del «si, amito»; los que se conforman con un plato de arroz, van a creer que nosotros le vamos a quitar ese plato de arroz. Los sociólogos no se explican por qué hay mucha gente que apoya a estos gobiernos en reiteradas elecciones. Y claro, con todo el temor que le han metido a la gente, del tipo: «¡No van a venir los capitales extranjeros, si no nos portamos bien!». Luego, si vienen, hacen como en México, que llegaron los capitales y en un día se fueron provocando una crisis económica que repercutió en muchos países latinoamericanos («Efecto Tequila». Esta situación fue resuelta parcialmente por un crédito de 20.000 millones de dólares otorgado por Clinton a México). El F.M.I. sabe que esto puede pasar nuevamente y está creando fondos para prevenirlo, ¿pero cómo van a prevenirlo cuando se joda la cosa en Alemania, por ejemplo? ¿cuántos millones van a necesitar?
Hoy el F.M.I. ya está por encima de los Estados, ¡hay que ver cómo los chupamedias del gobierno van a recibirlos a los aeropuertos! No sólo se han modificado los Estados Nacionales, se está modificando el aspecto jurídico-político, los partidos nacionales son rebasados por las estrategias regionales, los partidos son empleados de las empresas.
En este contexto, ¿para qué nos interesaría el poder formal? Nos interesan los restos del poder formal para desde allí dar señales. Que nadie crea que con algunos diputados se va a cambiar el sistema o algo así, salvo que seamos funcionaristas y que hablemos de cambiar la sociedad cuando en realidad sólo queremos un puesto público. Un diputado tiene que serlo de espaldas al Congreso y de frente al pueblo. No aspiramos a ocupar sus lugares, no los envidiamos… los despreciamos! Son escombros que tenemos que mover en nuestro trayecto. Nos interesan esos restos, pero sabemos que no existe tal poder; sí existe el F.M.I., la banca, la empresa y, en todo caso, la policía y la represión. Estos últimos están para «ordenar las cosas, así llegan los capitales».
Nosotros decimos que hay que congelar el pago de la deuda externa y que es mejor si no llegan los capitales extranjeros. A los países les sobra fuerza vital propia para levantarse. Cada tanto el sistema muestra lo que les pasa a los que hacen las cosas mal (el efecto demostración al revés) y claro, éstos pueblos han estado esperando que lleguen los capitales de los distintos bandos durante años, han estado «esperando» en lugar de ponerse en marcha y levantarse con su propia fuerza en cada caso.
Nos interesan los restos del poder político y la señal que desde allí podemos dar. Esta señal empieza después del 5% de los votos. Una vez logrado ese objetivo ya no se puede acallar la señal.
Siempre hemos estado con el tema de la paz, hemos tratado de darle «burbuja» a nuestras críticas y propuestas, un tono alto, un tono alegre. Hoy estamos positivizando a los demás, incluso a los enemigos, pero no hemos trabajado aún con el concepto de fuerza. Los terroristas lo hacen, pero cuando la gente lee las proclamas de éstos no logra meterse en esos textos, se les «desacomodan las pupilas» (igual que cuando uno está leyendo algo y al rato tiene que volver a empezar porque no sabe que es lo que está leyendo). Pero hay que ver cuando los terroristas hacen una cagada ¡como la gente ahí si quiere enterarse!.
Parece que no basta con un emisor y un receptor, como dicen los del la teoría de la comunicación, parece que hay un antepredicativo, tiene que haber una fuerza anterior que motive el mensaje. Por ejemplo, un tipo en calzoncillos, en la calle, con un cartel. Nadie leerá el cartel, pero sí verán lo del calzoncillo. Si hay diez mil en calzoncillos con el mismo cartel, ahí la gente se preguntará ¿qué dirán esos carteles? y se interesarán por el mensaje.
Tenemos que tener claro que nosotros estamos planteando todo por las personas y para las personas, esa cosa que para el sistema parece que no existe. Nosotros apuntamos a la fuerza de las personas. Algunos creen que la fuerza está en los medios de difusión pero, a no confundirse! Para nosotros todo pasa por las personas, si a esto le sumas los medios de difusión, fenómeno.