En el trabajo interno de la Comunidad, así como se discute cada vez alguno de los doce. principios o algún fragmento de El Paisaje Interno, se efectúa una experiencia para que los concurrentes puedan sacar conclusiones prácticas, utilizables en la vida diaria. Esta experiencia dura alrededor de cinco minutos. Hay distintos tipos de experiencias. Por ahora, examinemos las llamadas «meditaciones breves».
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MEDITACIONES BREVES
Las meditaciones (extraídas del Libro de la Comunidad), están agrupadas del siguiente modo: de reconciliación con el pasado; de ubicación en el momento actual; de proyectos a futuro y de motivación de la vida (o sentido de la vida).
Por supuesto que las meditaciones que se sugieren pueden seguir cualquier orden en reuniones sucesivas, de acuerdo a los intereses de los partícipes. Al concluir la meditación, los concurrentes discuten sus experiencias y su aplicación en la vida diaria.
Meditaciones de reconciliación con el pasado.
El niño.
Recordarse o imaginarse como niño en .el lugar y momento en que se sufrió una injusticia. Comprender y perdonar aquella injusticia mientras se imagina el niño corriendo feliz por un campo luminoso.
El temor.
Recordarse en una situación frente a una persona, animal u objeto que haya provocado especial temor. Hacer frente a la situación mientras se observa qué el factor de temor va perdiendo fuerza hasta resultar simpático.
El enemigo.
Recordar a alguien hacia.el cual se conserva una actitud de resentimiento. Imaginarse en la situación que provocó ese estado. Luego, a la otra persona en el momento en que está por caer en un abismo. Arrojarle una cuerda ysalvarla de una muerte segura.
El gran error.
Recordar el momento o los momentos en los que se cree haber equivocado el rumbo de vida. Momentos en los que uno supone que si hubiera elegido bien, la vida actual sería más feliz. Verse en situación. Reconocer que el rumbo que se tomó en aquel momento era el único posible.
Considerar que de haber procedido de otra forma, las cosas hubieran resultado peor que en el momento actual. Proponerse a futuro, elecciones más libres.
La nostalgia.
Recordar relaciones amorosas o afectivas que fracasaron. Imaginarse en situación. Agradecer a la otra (u otras) personas involucradas, los momentos de felicidad y aprendizaje logrados al lado de ella. Observar una bandada de alegres pájaros en el cielo azul.
La pareja ideal.
Imaginarse en una sala muy larga y observar que se acerca una figura con el rostro cubierto. Cuando está muy próxima, tratar de ver sus facciones a través del velo que la cubre sabiendo que se trata de la persona que uno siempre idealizó como pareja. Reconocer en otras personas con las que se sostuvo relaciones afectivas, puntos de coincidencia con la pareja ideal.
El resentimiento.
Imaginarse de noche en un jardín oscuro, bañado por la luna. Muy próxima, la sombra de una persona que ha producido en uno mucho daño. Está encadenada a un árbol y pide perdón y ayuda. . Romper su cadena y salir caminando alegremente mientras se eleva el sol del amanecer.
La liberación.
Representarse sentado en su sofá frente a una persona con la que se tiene gran confianza. Contarle completamente un suceso que se ha guardado siempre como un secreto oprimente. Luego, imaginar que la otra persona se acerca y va ayudándolo a uno a expulsar por la boca una forma viscosa y tibia de sabor repugnante. Mientras la forma es extraída experimentar gran alivio interno, comprobando que aquello se va esfumando en las manos del colaborador. Salir de la habitación con sensación de gran tranquilidad interior.
Meditaciones de ubicación en el momento actual.
La protectora de la vida.
Imaginar una hermosa gruta tropical bordeada por un arroyo de agua cristalina. En el interior, una señora muy bella de porte digno y amable. Acercarse a ella. Indicarle qué punto del cuerpo es el más débil o enfermizo y hablarle de la disconformidad que uno siente con ciertos aspectos del propio cuerpo. Representar a la señora tocando y vivificando el punto que se le ha indicado previamente. Escuchar su enseñanza sobre el maravilloso instrumento que es el cuerpo y sobre lo afortunado que uno es, pese a las dificultades que parecen tan enormes.
Luego, beber agua del arroyo y alejarse caminando por una playa de arena muy fina. .
El trineo.
Imaginar que se maneja un poderoso trineo a motor. Descender por las laderas nevadas de un monte esquivando coníferas y saltar desde un trampolín gigante. Llegar hasta Un hermoso valle y reemprender la subida a la misma velocidad hasta llegar al punto inicial. Observar si aparecen inconvenientes en el descenso o ascenso y relacionarlos con dificultades en la vida diaria.
Las nubes.
Imaginarse flotando en las nubes plácidamente. Saltar y hacer todo tipo de cabriolas como si se tratara de un inmenso colchón elástico. Correr y jugar alegremente con un ser querido. Descender a tierra por una escalera mecánica. Discutir posteriormente, las dificultades encontradas.
El minero.
Se desciende merced a un montacargas hasta el fondo de una mina. Allí se está solo en un socavón asfixiante y mal iluminado. Arrastrándose por un estrecho pasadizo, se sale a un lugar amplio con buena luz. Las ropas de minero quedan limpias y secas. Se asciende nuevamente en el montacargas. Observar dificultades y relacionarlas con la vida diaria.
Transformismos.
Una fiesta de disfraces. Imaginarse frente a un espejo. En un instante uno aparece vestido con una ropa sumamente desagradable. Inmediatamente, con el mejor disfraz posible. Considerar, luego de la experiencia, los dos casos y discutirlos con los otros concurrentes.
Contracciones y expansiones.
Imaginarse de pie sobre una baldosa blanca. Comenzar a reducirse. Ya se tiene la altura de un niño, luego unas pocas pulgadas y así siguiendo, hasta llegar a límites extremos de pequeñez, teniendo siempre por referencia a la baldosa. Comenzar el proceso inverso hasta llegar a la altura normal. Seguir creciendo hasta el límite en que se pueda divisar la baldosa. Volver, finalmente, al tamaño normal.
Discutir luego las dificultades relacionándolas con problemas de la vida diaria.
Meditaciones de propuestas a futuro.
La acción salvadora.
Se está en un campo abierto. Hay fuertes terremotos. El cielo rojizo destaca una luna enorme. Fuertes vientos. Gente que huye aterrorizada en todas direcciones. Se llega hasta una casa. Si uno penetra en ella se salva de la catástrofe, pero hay un guardián que pregunta: «¿Qué buena acción ha hecho usted en su vida?». No se puede mentir y si uno ha realizado una verdadera acción desinteresada (sin cálculos de beneficio personal), puede entrar. Se lo cuenta la acción al guardián, pero este impide todavía el paso. Entonces, uno se promete realizar a futuro, otra acción desinteresada. El guardián se aparta y uno entra.
Las falsas esperanzas.
Se está encerrado en una habitación sin puertas ni ventanas. Una voz dice por un altoparlante: «Usted no saldrá de aquí, hasta que deje sus falsas esperanzas». Luego explica que las falsas esperanzas son aquellas que uno sabe que no se cumplirán ya jamás (aunque mío viva como si intentara cumplidas). Entonces, uno menciona esas falsas esperanzas y también aquellas que sabe (sinceramente), es posible que se cumplan. Se abre una puerta en la pared, mostrando un hermoso campo verde.
Meditaciones sobre el sentido (o la motivación) de la vida
La repetición.
Se está caminando de noche por un callejón estrecho. Luz mortecina y bruma. Aunque se intenta salir por callejuelas laterales, siempre se vuelve al mismo lugar. Aparecen tres carteles a modo de flechas señaladoras apuntando en direcciones diferentes. Uno dice: «Repetición de vida», dando a entender que es lo que a uno le ha estado sucediendo. El segundo cartel dice: «Anulación de la vida», significando que por allí se va al desgaste, la pérdida de fuerza, la rutina y la eliminación del entusiasmo. Finalmente, el tercero, indica: «Más allá de la vida», mostrando que hay una posibilidad nueva que uno ha aclarado todavía suficientemente. Se permanece en la encrucijada un momento, meditando sobre la propia vida en relación a esos carteles. Por último, se toma la dirección del tercero, saliendo a una hermosa e iluminada avenida.
El viaje.
Imaginar que se está en la cumbre de una montaña. Cerca de uno desciende una nave como si se tratara de una burbuja transparente. Se penetra en ella, partiendo a una increíble velocidad. Se está viajando hacia un punto brillante que se agranda rápidamente. De pronto, en una explanada se posa la nave. Descendiendo, una figura humana ofrece una esfera luminosa que uno apoya en la frente, recibiendo energía, paz y bondad. Emprendiendo el regreso en la burbuja, se desciende cerca de la propia casa, con la sensación de que es posible renovarse internamente y adquirir una nueva y entusiasta dirección de la vida.
El festival.
Se está en una pradera verde y luminosa. Hay miles de personas recostadas, pero no se apiñan, sino que están dispersas cómodamente. Al frente, un enorme escenario en el que se desarrolla un festival de música juvenil. Las flores son como de cristales preciosos; las nubes y el cielo, parecen pintadas con trazos purísimos. Al observar una abeja se comprende que está verdaderamente viva. Luego, sucede lo mismo con un hermoso gato. Finalmente, aparece un ser querido y uno comprueba que «él vive». Todo es armonioso, pero no habitual.
Discutir, luego de la meditación, si se ha tenido experiencias similares en alguna situación y comentar qué significan o qué utilidad pueden tener para la motivación de la vida.
La muerte.
Imaginar que se está muriendo acostado en un lecho. Revisar velozmente los acontecimientos negativos y positivos de la vida. Hacer un balance entre ellos. Proponerse a futuro una actividad que dignifique y dé motivación a la vida. Levantarse del lecho y salir fortalecido hacia la calle que lleva a las actividades diarias.
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MEDITACIONES CON EL GUÍA INTERNO
Las prácticas con el guía interno son de gran utilidad para la vida cotidiana. Sin embargo, para que rindan al máximo hay que partir por configurarlo correctamente. Cualquier persona puede advertir guías internos por los que tiene especial preferencia. Pero en este trabajo hay que encontrar uno que cumpla con tres requisitos:
1° sabiduría;
2° bondad y
3° fuerza.
Si falta alguno de ellos, la utilización de ese modelo no es constructiva. Para configurarlo no importará que se lo vea, o se sienta su «presencia». En todo caso habrá que poner cuidado en que siempre sea el mismo y se lo evoque con gran fuerza emotiva.
Tengamos en cuenta algunas consideraciones que explican la poderosa ayuda que pueda prestar los modelos que estamos comentando. La primera idea es esta:
«Los pensamientos producen y atraen acciones».
Esto quiere decir p.ej., que si mis ideas son confusas, produciré acciones confusas. Pero como mis acciones no están aisladas, si produzco confusión en el medio en que vivo, volverán hacia mí reacciones también poco claras de otras personas que han sufrido las consecuencias de mis actividades mal dirigidas. El guía interno, por consiguiente, debe ser pensado con claridad y cumplir con funciones precisas.
La segunda idea, puede formularse así:
«Los pensamientos con fe producen y atraen acciones más fuertes».
Al decir «fé», estamos indicando convicción, sentimiento fuerte, seguridad de que una cosa es así como la creo. No es lo mismo pensar con duda, que con la fuerza de las emociones. Basta ver lo que es capaz de mover un sentimiento fuerte como el amor, para comprender lo que estamos diciendo. El guía interno debe ser pensado, además, con fe.
La tercera idea, es esta:
«Los pensamientos repetidos con fé, producen y atraen el máximo de fuerza en las acciones».
Si alguien piensa continuamente con fé que está enfermo, terminará enfermando con más probabilidades que si solo lo piensa fugazmente o sin convicción. Lo dicho vale para los proyectos que tengo en la vida. Deben ser pensados con claridad, con fé y deben considerarse repetidamente. Entonces, mis acciones irán en esa dirección y crearé respuestas de mi medio y de las personas que me rodean, en el sentido que me interesa. La evocación del guía interno debe repetirse frecuentemente.
Configuración del guía interno.
Si se tiene ya un guía que responda a los requisitos de: sabiduría, bondad y fuerza, se puede comenzar a trabajar de inmediato con él, pero si no fuera ese el caso, habría que empezar por descubrirlo. Hay distintos modos de hacerlo. Procederemos con el siguiente ejercicio: uno de los concurrentes, leerá el texto lentamente haciendo silencio por unos segundos, en donde aparezcan los asteriscos (*). El resto de los asistentes, podrá ir siguiendo la lectura con los párpados cerrados, tratando de imaginar lo que sugiere el lector.
«Estoy en un paisaje luminoso en el que alguna vez sentí una gran felicidad (*).
Alcanzo a ver el sol que se agranda. Lo observo sin molestia. Notablemente, dos rayos se desprenden de él posándose en mi cabeza y en mi corazón.
Comienzo a sentirme muy liviano y a experimentar que soy atraído por el astro. De ese modo, siguiendo los trazos luminosos, me dirijo hacia él.
Desde el disco enorme que se convierte en una esfera gigantesca, recibo esa calidez suave y benéfica.
Ya en el interior del sol, aspiro y expiro amplia y profundamente. La luz que me rodea, se introduce en mi cuerpo al ritmo de la respiración, dándome cada vez más energía.
Me siento sereno y radiante. Entonces, pido con mis mejores sentimientos, que se presente ante mi el guía interno y que lo haga del modo más propicio (*).
El me dice que representa a mi Fuerza interna, a mi energía y que si sé cómo usarlo tendré dirección en la vida, tendré inspiración y tendré protección. Pero que debo hacer el esfuerzo por verlo bien o por sentir su presencia con intensidad (*).
Pido al guía que pose sus manos en mi frente y las mantenga así unos instantes. Empiezo a sentir que desde el centro de mi pecho crece una esfera transparente que termina abarcándonos a ambos (*).
Digo al guía que haga renacer en mí un profundo amor por todo lo existente y que me acompañe en la vida dándome alegría y paz (*).
Le pido que esté siempre a mi lado en los momentos de duda y zozobra, pero que también me acompañe en la alegría.
El guía se separa de mí a medida que comienzo a alejarme del sol, pleno de vida y fortaleza.
Y por dos rayos luminosos, desciendo al hermoso paisaje, reconociendo en mi interior una gran bondad que busca expresarse en el mundo de la gente (*)».
Este ejercicio de configuración puede repetirse tantas veces como sea necesario hasta lograr ver o «sentir» al guía interno. Por cierto que se puede obtener el mismo resultado, sin apelar a este ejercicio, pero creemos que es un buen ejemplo para lograr los primeros contactos. Así es que a partir de aquí, suponemos que podemos comenzar a trabajar con un guía sabio, bondadoso y fuerte.
Ejemplos de meditaciones diarias con el guía interno
Al levantarse: «¡Oh guía, lIévame hacia el día con fé!».
Al comer:» ¡Oh guía, que estos alimentos sean para salud y fortaleza!»
Al empezar la actividad diaria: «¡Oh guía, que realice mi trabajo con alegría!. »
Al ir a dormir: «¡Oh guía, protege mi sueño, para equilibrio de cuerpo y mente!»
Ejemplos de meditaciones ocasionales con el guía interno
«¡Oh guía, esta injusticia que hoy sufro, me de fuerza para mañana!» «¡Oh guía, esto penoso que hoy me ocurre, sea una enseñanza que agradezca!».
«¡Oh guía, dame sabiduría, bondad y fuerza!».
«¡Oh guía, acompaña mi soledad!».
«¡Oh guía, acompaña mi tristeza!». .
«¡Oh guía, ilumina mi oscura senda!».
«¡Oh guía, fortalece mi amor»‘.
«¡Oh guía, fortalece mi alegría!».
Por cuanto las meditaciones diarias y ocasionales son de elaboración y ejercicio individual, cada practicante verá de organizar su lista personal, utilizándola diariamente y en las situaciones especiales que hubiera previsto. .
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EXPERIENCIA CON LA FUERZA
Las meditaciones breves, las meditaciones con el guía y la experiencia con la Fuerza, se van sustituyendo entre si, de acuerdo al interés de los partícipes en cada reunión.
El presente trabajo se realiza en alrededor de cinco minutos. Uno de los concurrentes lee el texto, haciendo silencio por algunos segundos al llegar a cada asterisco (*), a fin de permitir a los practicantes obtener las experiencias que se van describiendo. Se sugiere acometer el ejercicio, con los párpados cerrados.
«Relaja plenamente tu cuerpo y aquieta la mente (*).
Entonces imagina una esfera transparente y luminosa que bajando hasta tí, termina por alojarse en tu corazón (*).
Reconocerás al momento, que la esfera comienza a transformarse en una sensación expansiva dentro de tu pecho (*).
La sensación de la esfera se expande desde tu corazón hacia afuera del cuerpo, al tiempo que amplías tu respiración (*). .
En tus manos y el resto del cuerpo, tendrás nuevas sensaciones (*).
Percibirás ondulaciones progresivas y brotarán emociones y recuerdos positivos (*).
Deja que se produzca el pasaje de la Fuerza libremente. Esa Fuerza que da energía a tu cuerpo y mente (*).
Deja que la Fuerza se manifieste en tí. Trata de ver su luz adentro de tus ojos y no impidas que el/a obre por sí sola (*).
Siente la Fuerza y su luminosidad interna. Déjala que se manifieste libremente (*).
Vuelve al mundo de la vida diaria fortalecido y en paz contigo mismo. Vuelve al mundo de la vida diaria, con tus manos y tu frente luminosas (*)”.