Si pasa mucho tiempo una hoja sin que cristalice en un local, esa acción se va a debilitar. Tenemos que dar un plazo para cristalizar en un local. Si en ese plazo no se cristaliza en local, es mejor tirar la hoja por la ventana, en vez de esperar a que se apague solita.
La cosa abierta, sin plazos, dará problemas. Si en ese plazo no se logra habrá que considerar que esa actividad no funcionó y discontinuar la hoja, para no irse apagando como una velita. Si no hay local no solo van a retroceder las hojas sino que la actividad misma de la gente se va a ir debilitando.
Necesitamos que las hojas avancen a la etapa del local. Nos daremos tres meses para que cristalicen en local.
A lo mejor ahora hay hojas que están saliendo formalmente, la idea es que se converse bien. Pero si las estamos haciendo formalmente tal vez no vale la pena esperar los tres meses. ¡Por otra parte hay un montón de gente que no hace hoja ni local ni hostias! Entonces, ¿cuál es la gracia? ¿Dónde pone su energía la gente que no arraiga? Seguramente muchos de ellos no podrán montar estructuras, tampoco los tiraremos por la ventana, es gente que acompaña un proceso, aunque no lo construye. Si un 10% de los no arraigados tienen capacidad estructural es interesante, porque esos pocos pueden lograr un número de agrupamiento similar a los que se arraiguen.
Las estructuras que estamos arraigando vienen del desarraigo. La idea es poner en marcha todo. No podemos esterilizar a la gente diciéndoles que si no hacen diario o local no hacen nada. Debemos dedicar esa energía libre a construir estructuras desarraigadas. No nos olvidemos que todo lo hemos montado desde las estructuras. Los que no tengan habilidad para montar estructuras podrán servir para acompañar en las actividades.
En una semana, nosotros tenemos que hacer la convocatoria de nuestro antiguo medio inmediato en que les informamos en qué está el Movimiento. Reuniones amplias de diez, veinte personas. Por supuesto que a esas reuniones los que están arraigados pueden invitar, y colaborar.
Revisamos las fichas, y a los convocables los llamamos y a los no-convocables, botamos las fichas. Hacemos eso en una semana. Pero con esa actividad no vamos a formar estructuras. Eso lo haremos en los operativos que siguen. Pero como mínimo, esta actividad nos va a significar quedar en buenas relaciones con la gente. En estas reuniones, también pueden participar los que están arraigando. Pueden llevar sus amigos. Pero en ningún caso diseñaremos operativos en los puntos de arraigo o sacaremos gente de esos medios. Cada uno podrá hacer largos listados de gente a invitar a esas reuniones.
Luego, con los que se integren en esas reuniones informativas, haremos un operativo de 15 días. Así, tenemos una semana dedicada a todos los cercanos y 15 días a operativos en lugares multitudinarios.
Una actividad corta pero enérgica. En los operativos salimos a putear al gobierno, al sistema, hablamos del conflicto social y el conflicto personal. Les explicamos que tarde o temprano vamos a un movimiento social de base. Y en cuanto a los instrumentos que hay en el Sistema, como son los partidos políticos, también los utilizaremos cuando nos convenga. ¡Los humanistas le hacen a todo! Estos operativos son más de fibra, son más enérgicos y más motrices. Que la gente se ponga en marcha y que los que están inactivos se desoxiden. No lo planteemos como un campaña, sino como dos operativos sencillos de una semana y de 15 días. ¿Quién no tiene hoy un familiar que no se está tirando del quinto piso o se están sacando los muebles y tirando los platos en su relación de pareja? Son explosiones individuales. De las explosiones individuales se pasa al conflicto social. Las explosiones individuales son la «avant-premiere» de las explosiones sociales.
Las grandes directrices son: locales, arraigo y los que no estén en eso, al crecimiento estructural desarraigado.