Ing. Edgard Pérez,
socio fundador de la Comunidad para el Desarrollo Humano.

Mi desarrollo tomará seis minutos. Cuando se presenta a un conferenciante, se suele aludir a sus anteriores intervenciones y a las circunstancias que las rodearon… Eso haremos hoy.

La primera exposición pública de Silo, no fue permitida debido al Estado de Sitio que había implantado el régimen militar de aquella época. Consultadas las autoridades sobre la posibilidad de dar la conferencia fuera de los centros urbanos, éstas otorgaron el permiso con la acotación sarcástica de que no había prohibición para «hablarle a las piedras». Así, el 4 de mayo de 1969, en un paraje montañoso de Mendoza, conocido como Punta de Vacas, Silo expuso ante un reducido número de personas, hostigadas por hombres armados. De todas maneras, la CBS retransmitió el mensaje más allá de las piedras, a 250 canales de T.V. del planeta. El 20 de julio del mismo año, en Yala, Jujuy (y también a campo abierto) la policía dispersó a los asistentes. No hubo conferencia. El 26 de setiembre en barrio Yapeyú, Córdoba, hubo gases y 60 detenidos, pero no hubo conferencia. El 21 de octubre en Buenos Aires, mediando un pequeño atentado y en conferencia de prensa, se comunicó la decisión de hacer otro intento. El 31 de octubre, en Plaza Once, hubo gases y 30 detenidos, pero no conferencia.

Al cambiar la cúpula militar, se dio autorización para dictar un cursillo sobre temas específicos y en privado. Eso ocurrió los días, 16, 17, 18 y 19 de agosto de 1972. Luego vino un gobierno civil, supuestamente democrático ya que fue electo por el pueblo.. Entonces Silo dio en Córdoba una charla privada. Ese día, 15 de agosto, hubo 80 detenidos. El 17 de agosto en Mar del Plata, las fuerzas policiales interrumpieron la conferencia. Resultado: 150 detenidos. Y el último intento, en esta misma sala, el 13 de septiembre de 1974, terminó con 500 detenidos y Silo en la cárcel de Villa Devoto.

Luego vino la voladura de una casa en Mendoza, el 15 de octubre de 1974; el encarcelamiento por seis meses de 11 compañeros y el asesinato de otros 2 en La Plata, el 24 de julio de 1975. La persecución logró el despido de sus trabajos de cientos de compañeros, el exilio de otros, en suma, su dispersión fuera de este país.

Con el nuevo golpe militar, ni se pensó en dar conferencias, pero corrió la noticia de que Silo daría un ciclo de charlas en Europa y Asia, ya que en nuestro país no era posible hacerlo. Entonces, una semana antes de partir, el 12 de agosto de 1981, se registró un atentado a balazos contra su persona. Al regreso, la Editorial Bruguera, al publicar uno de los libros de Silo, invitó a éste para que hablara en la presentación, en la VIII Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, el 10 de abril de 1982. Resultó entonces que se permitió entrar al recinto a sólo 20 personas porque, según se explicó, «el piso estaba en malas condiciones».

Como hemos vuelto a un régimen democrático, hoy Silo opinará sobre la religiosidad, otro día sobre la política y en cualquier ocasión sobre otro tema. Nosotros suponemos que no habrá ya más inconvenientes.

Para ayudar a ambientar el clima que ha rodeado a la figura de Silo, concluiré leyendo un texto del nefasto general Ramón Camps, en la página 223 de su libro «Punto Final», edición Tribuna Abierta-Buenos Aires, 11 de octubre de 1982… Camps allí, está tratando de demostrar por qué el director de un diario es subversivo y para ello aporta como prueba, el hecho de que uno de sus redactores haya dialogado con Silo. Camps escribe: «El diario de Timerman dedica una página entera a entrevistar a uno de los personajes que más daño ha causado a la juventud argentina, Mario Luis Rodríguez, más conocido con el nombre de Silo…» Entonces, pasa a citar sus incendiarias palabras, fuera de contexto y sin colocar las preguntas del periodista, de este modo: «…tenemos una diferencia esencial con el Cristianismo. No estamos con la represión, ni con el castigo, ni con la culpa. Lógicamente, no creemos en eso. Para nosotros son formas de negación. Nosotros hacemos hincapié en lo positivo, ellos en lo negativo. También hay diferencias teológicas: para ellos un Dios personal; para nosotros no. Diferencias teleológicas: para ellos cielo e infierno; para nosotros no». Y más adelante, también fuera de contexto: «…en realidad nos distinguimos más del leninismo que del marxismo, afirma Silo, mostrando su verdadera filiación.» Con esto, Camps, deja sentada su prueba.

Agreguemos a todo lo relatado, la continua y malévola deformación hecha por la prensa de los regímenes pasados y comprenderemos con qué moneda se ha pagado aquí, a la prédica pacifista y a la metodología de la no-violencia.