En muchos días descubrí esta gran paradoja: aquellos que llevaron el fracaso en su corazón pudieron alumbrar el último triunfo, aquellos que se sintieron triunfadores quedaron en el camino como vegetales de vida difusa y apagada. En muchos días llegué yo a la luz desde las oscuridades más oscuras guiado no por enseñanza sino por meditación.
Así me dije el primer día:
- No hay sentido en la vida si todo termina con la muerte.
- Toda justificación de las acciones, sean éstas despreciables o excelentes, es siempre un nuevo sueño que deja el vacío por delante.
- Dios es algo no seguro.
- La fe es algo tan variable como la razón y el sueño.
- “Lo que uno debe hacer” puede discutirse totalmente y nada viene definitivamente en apoyo de las explicaciones.
- “La responsabilidad” del que se compromete con algo no es mayor que la responsabilidad de aquel que no se compromete.
- Me muevo según mis intereses y esto no me convierte en cobarde pero tampoco en héroe.
- “Mis intereses” no justifican ni desacreditan nada.
- “Mis razones” no son mejores ni peores que las razones de otros.
- La crueldad me horroriza pero no por ello y en sí misma es peor o mejor que la bondad.
- Lo dicho hoy por mí o por otros, no vale mañana.
- Morir no es mejor que vivir o no haber nacido, pero tampoco es peor.
- Descubrí no por enseñanza, sino por experiencia y meditación, que no hay sentido en la vida si todo termina con la muerte.