Dada en la Feria del Libro de Rosario con motivo de la publicación de
Apuntes de Psicología. Editorial Eurica. 31 de Agosto de 2006.

 

Apertura de la presentación del libro Apuntes de Psicología

Buenas noches.

Cuando surgió la idea de hacer esta impresión, la impresión de este libro, no esperábamos llegar a concretar un evento como este, pero aquí estamos felices por haber logrado mucho más de lo esperado.

En este tipo de eventos, generalmente hay un presentador que introduce al autor del libro. Quiero aclarar que este no es mi caso.

Vale aclarar también que hemos intentado conseguir un presentador… pero fracasamos…

Puede ser que se hayan constelado situaciones extraordinarias…que hicieron que los comprometidos no puedan estar hoy presentes….

Puede ser también, que la tarea propuesta haya resultado muy difícil, y que el libro y el autor a presentar resulten inhibitorios…

O simplemente puede ser que los “formadores de opinión”, agradecidos por haberlos convocado, una vez mas se hayan borrado para no quedar comprometidos.

Cualquiera sea la situación, no nos afecta.

Quiero en nombre del equipo que trabajó para que esto sea posible, agradecer a Osvaldo Shcoler y Marcelo Feuli de Ulrica Ediciones, que se interesaron en imprimir este libro poniéndolo a partir de hoy al alcance de miles de argentinos.

Quiero agradecer profundamente a Mario Luis Rodríguez Cobos, Silo, por el aporte que significa esta obra para el desarrollo del ser humano, y por supuesto agradecerle por honrarnos y alegrarnos con su visita a Rosario.

Mientras estaba ordenando estas breves palabras de apertura, me pregunte. ¿Cómo llegue a esta situación?

La respuesta es casi un testimonio y quiero compartirlo con ustedes.

En el año 1979 mientras estudiaba Artes Visuales, en la escuelita de Artes Visuales, un compañero (que después se convirtió en un amigo) me regaló casi al descuido y sin explicaciones un libro ANÓNIMO.

Me gusto porque parecía fácil de leer: tenía letras grandes y era pequeño.

Aquel pequeño libro… marcó la dirección de mi vida.

La primera página me despertó interés… y en la segunda… un párrafo me atrapó por completo…decía así:

“Se como te sientes porque a tu estado puedo experimentarlo, pero tu no sabes como se experimenta lo que digo. Por consiguiente, si te hablo con desinterés de aquello que hace feliz y libre al ser humano, vale la pena que intentes comprender”.

Mas adelante… en el capitulo XIII decía:

Siguiendo los pasos lentamente, meditando lo dicho y lo por decir aun, puedes convertir el sin-sentido en sentido. No es indiferente lo que hagas con tu vida. Tu vida sometida a leyes, está expuesta ante posibilidades a escoger. Yo no te hablo de libertad. Te hablo de liberación, de movimiento, de proceso. No te hablo de libertad como algo quieto, sino de liberarse paso a paso como se va liberando del necesario camino recorrido el que se acerca a su ciudad. Entonces, lo que se debe hacer no depende de una moral lejana, incomprensible y convencional, sino de leyes: leyes de vida, de luz, de evolución.

Seguí leyendo ávidamente y tuve la certeza a medida que avanzaba… que en este libro había una profunda verdad que no podía comprender pero que quería experimentar.

Como algunos ya sabrán… el libro en cuestión es La Mirada Interna de Silo.

Pasó tiempo hasta enterarme de la existencia de Silo y del movimiento que se había organizado en torno a su mensaje.

Recién en 1981 me contacté con los amigos que en Rosario difundían esta corriente de pensamiento y pude ingresar a formar parte del Movimiento Humanista.

Pero en esos casi dos años, muchas veces recurrí a la lectura de aquel pequeño libro buscando respuestas a grandes interrogantes que se me planteaban a mi o a personas de mi medio inmediato.

Con un libro comenzó el contacto con el Mensaje de Silo, y fue también a través de un libro que tuve la oportunidad de conocerlo en abril de 1982 cuando presentó en VIII Feria Internacional del Libro en Buenos Aires otro escrito: El Paisaje Interno editado en aquella oportunidad por Brugera.
Ingenuamente fuimos con algunos amigos de Rosario a esa presentaci
ón y nos encontramos con que el lugar asignado era solo para 20 personas… porque, según se explicó, «el piso estaba en malas condiciones».

La verdad, no fue nada fácil entrar en esa pequeña sala… pero finalmente logrando pasar los controles… puede no ya leerlo sino escucharlo por primera vez.

Hoy 24 años después de aquel encuentro, me toca estar en esta presentación, ahora en la Feria del Libro de la ciudad donde conocí su mensaje.

Un mensaje que habla del sentido de la vida y de la necesidad de una profunda renovación espiritual.
Un mensaje que habla del amor y la compasión.

Un mensaje que rechaza a la violencia en todas sus formas y que propicia la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades para todos los seres humanos.

Un mensaje que propone a la coherencia y la solidaridad como aspiraciones y valores que terminan configurando un estilo de vida.

En síntesis… un mensaje que habla de aquello que hace feliz y libre al ser humano… Un mensaje que agradezco a Silo por ponerlo al alcance de todos nosotros… reconociendo su sabiduría, su fuerza, su bondad y su impulso inspirador… y pidiendo que con su espíritu guíe no solo a cada uno de nosotros sino al mundo hacia los nuevos tiempos…esos tiempos verdaderamente humanos.

Como habrán visto estoy aquí porque una vez leí un libro que tenia un mensaje…

En estos 24 años he impulsado con mayor o menor eficacia la difusión de este mensaje… he impulsado la impresión de muchos de los textos de Silo… y lo seguiré haciendo… porque según mi experiencia… es mucho lo que un libro puede hacer en la vida de una persona.

Nada más… gracias por dejarme compartir esta experiencia.

Los dejo ahora con el autor de los Apuntes de Psicología.

Silvia Gomez

 

Silo

Agradezco a la Editorial Eurica la cuidada publicación de mi libro “Apuntes de Psicología”.

Agradezco la presencia del editor de Ediciones Virtual de Santiago de Chile, su presencia en esta reunión, porque ellos publicaron también los Apuntes de Psicología.

Agradezco la presencia de lectores de mis obras, de amigos y de periodistas.

Antes de entrar en materia debemos considerar que el campo de la Psicología ha sido explorado por nosotros en algunas conferencias, artículos y escritos entre los que destacamos “Psicología de la imagen” y la aplicación práctica de esa particular visión de la psique en forma literaria, en el libro “Experiencias Guiadas”. Y, para quienes se interesan en comprender en profundidad este sistema, debemos recomendar el estudio de “Autoliberación” de Luis Ammann y el libro “Morfología: símbolos, signos y alegorías” de José Caballero. Sin duda que la corriente de pensamiento que nosotros representamos se ha expresado en diferentes campos y por supuesto, en el ámbito que estamos considerando ha inspirado numerosos y originales trabajos.

En cuanto al material que en este momento nos ocupa, “Apuntes de Psicología”, debemos decir que este libro es, en realidad, una recopilación de cuatro apuntes tomados en fechas y lugares bastante distantes entre sí. Efectivamente, el primer apunte se produjo en Corfú, Grecia en 1975; el segundo, en Las Palmas de Canarias, España en 1976; el tercero, también en Las Palmas en 1978 y el cuarto en el Parque La Reja, Buenos Aires en 2006.

El libro resultó de las recopilaciones efectuadas por los asistentes a las distintas exposiciones. Por ello el lector encontrará diferencias de estilo en el tratamiento de cada uno de los apuntes. Conceptualmente, también se podrá tener alguna dificultad al consultar un apéndice en el primer apunte, que fue insertado con el subtítulo de “bases fisiológicas del psiquismo”. Esto es así, porque tales bases fisiológicas se trataron de acuerdo a los conocimientos que existían en esa materia en 1975. Y es claro que en estos treinta y cinco años la neurofisiología y la ciencia médica en general, avanzó de un modo tan importante que dejó obsoletos muchos conocimientos que se daban por bien fundados unos pocos años atrás. En descargo de esta deficiencia que el lector encontrará en el libro, en ese descargo debo señalar que las “bases fisiológicas” se incluyeron sujetas a revisión y de ninguna manera colisionan con la concepción del autor referida al funcionamiento del psiquismo humano que, por lo demás, no parte de la materialidad para comprender al pensamiento ni al fenómeno mental en general. Debo agregar, para terminar de explicar la composición de este trabajo, que a cada apunte lo designamos en su momento con el título de «Psicología» en orden sucesivo, desde la Psicología I a la IV, tal como aparece en la publicación actual.

Al decir anteriormente que nuestra concepción del psiquismo humano “no parte de la materialidad”, nos emplazamos en una dimensión cercana a la del análisis existencial que pone a la conciencia en el plano explicativo de la intencionalidad y finalidad, y que descarta también toda apelación a lo inconsciente para comprender distintos fenómenos como las producciones oníricas y aun las subliminales. Debo agregar que esta Psicología no es ajena a nuestra visión antropológica general que entiende al ser humano como «ser histórico cuyo modo de acción social transforma a su propia naturaleza».

En Psicología I, se estudia al psiquismo en general como función de la vida en relación al medio. En el caso del ser humano ese horizonte se amplía para llegar al mundo de los significados y de los hechos significativos proyectados a futuro, capaces de superar los diversos determinismos en dirección a la elección y la libertad. La tensión básica para superar el dolor y el sufrimiento presentes en la vida configura un comportamiento que se orienta por imágenes y que no se limita a los simples reflejos de huída como puede suceder en el mundo de la vida natural. La violencia de la naturaleza que actúa sobre el cuerpo, externa e internamente, se registra en los seres vivos como dolor, pero es en el ser humano donde se gesta la imagen de posibles situaciones futuras que terminan guiando un quehacer característico.

En esa misma Psicología I, se describen las propiedades de los “aparatos” psíquicos tales como los casos de los sentidos externos e internos y de la memoria, que trabajan en base a impulsos psicofísicos similares pero que en sus distintas síntesis dan lugar a las diferencias de la sensación, la percepción y la representación. Son estos impulsos los que permiten cuantificar y cualificar las respuestas de modo homogéneo. De manera que aún las transformaciones y las traducciones de un sentido a otro, de un nivel a otro, pueden ser comprendidas si contamos con la clave interpretativa del funcionamiento de los impulsos.

En Psicología II, se repasan las tres vías de la experiencia humana, eso es, de la sensación, de la imagen y del recuerdo. También se da cuenta de las respuestas que se dan a los estímulos externos y a los que provienen del intracuerpo. Si el principal actor de la Psicología I fue el impulso, en este segundo trabajo es la Teoría del Espacio de Representación la que toma el protagonismo. No es para menos. La pregunta por la existencia del fenómeno mental nos exige responder sobre la ubicación del mismo. No basta con decir que las emociones o las ideas se experimentan en el corazón o en la cabeza, es necesario aclarar el tipo de espacialidad en la que se registran las emociones y las ideas. Y si esto es posible también habrá que dar respuesta a la posición espacial que ocupa la “mirada” que se dirige hacia el registro del fenómeno. En principio, está claro que al mundo externo se lo mira desde una cierta “interioridad” pero la observación se complica cuando pretendo observar el mundo interno desde la misma interioridad que usaba para referirme al mundo externo. Este tema del espacio de representación dará paso también a preguntas fundamentales por el tiempo de representación que se mueve en una relatividad inasible y que no sigue el orden de sucesión de los momentos que propone la percepción porque está claro que los tiempos de conciencia se independizan de la sucesión lineal cuando opera la rememoración, la evocación y hasta el simple discurrir que apela a datos anteriormente adquiridos y a futurizaciones o posibles direcciones del pensar. No es necesario considerar el juego de tiempos con que opera el sueño o hasta la simple divagación, para comprender la frase anterior que dice “…el tiempo de representación que se mueve en una relatividad inasible”. En todo caso, la teoría del espacio de representación ha venido a llenar una laguna que dominaba a la Psicología tradicional y a su vez ha suscitado una reconsideración de antiguos temas así como también ha incitado al descubrimiento de nuevas realidades internas y, en definitiva, a la ampliación de nuestro horizonte psicológico. Esto último lo podemos ver mejor en el desarrollo de la concepción del “Yo” y en la comprensión de lo “Profundo”.

En Psicología III, se pasa revista a un sistema de Operativa apto para intervenir en la producción y transormación de los impulsos poniendo de relieve el funcionamiento de antiguas técnicas conocidas como “catarsis” y de otras más recientes llamadas “transferencias”. Pero muy por encima de toda técnica de Operativa, es la acción en el mundo habitual la que da valor y dirección a los cambios que se producen en el psiquismo. La comprensión de este punto ubica a nuestra Psicología en el nivel que le corresponde es decir, en el nivel de la vida cotidiana.

Y aquí tienen (risas).

Muy por encima de toda técnica de Operativa, es la acción en el mundo la que da valor y dirección a los cambios que se producen en el psiquismo. La comprensión de este punto ubica a nuestra Psicología en el nivel que le corresponde es decir, en el nivel de la vida cotidiana.

Esto queda aclarado al explicar el desdoblamiento de los impulsos y la función catártica y transferencial de los mismos. Así, algunos impulsos son capaces de liberar tensiones haciendo descarga de energía psicofísica y por ello los podemos llamar “impulsos catárticos”, pero también muchos de ellos son aptos para trasladar cargas internas, integrar contenidos y ampliar las posibilidades de desarrollo de la energía psicofísica pudiendo ser designado con propiedad como “impulsos transferenciales”. En general, las acciones humanas están tocadas por la convergencia o la contradicción entre impulsos y esto es lo que va formando el comportamiento y la personalidad. La convergencia o la contradicción entre impulsos.

Para ejemplificar: cuando un conjunto de acciones personales está lanzado con el registro interno de oposición entre lo que se hace y lo que se piensa y siente, sufrimos una situación mental contradictoria y dolorosa que, como tal, queda grabado en memoria. Inversamente, los actos que se registran convergiendo entre sí, convergiendo entre sí… porque hacen coincidir lo que se piensa con lo que se siente, contribuyen a formar un comportamiento de fuerte unidad interna que grabándose en memoria, predispone positivamente y en profundidad hacia las futuras acciones. Este punto, de gran importancia, nos permite sacar consecuencias prácticas y establecer una tabla de valores y de conducta en la vida cotidiana.

Por lo demás, se fijan diferencias entre las posiciones que asume la conciencia merced al franco desenvolvimiento o al bloqueo de su reversibilidad. En la reversibilidad se destaca el funcionamiento de la atención que puede ser dirigida hacia las fuentes productoras de impulsos y que permite, en condiciones normales, hacer distinciones entre fenómenos poniendo en marcha la crítica de los propios mecanismos de reconocimiento. Esta versatilidad atencional que habilita para distinguir entre una percepción y una ilusión, o bien entre una representación y una alucinación, define el estado de lucidez o inversamente, el estado alterado de conciencia.

Finalmente, es en Psicología IV cuando se toca nuevamente el tema de los impulsos pero profundizando en su desdoblamiento y explicando que cuando un impulso llega a la conciencia se graba también en memoria y despierta cadenas asociativas entre distintos objetos mentales. Esto ocurre no simplemente por similitud o contigüidad mnémica sino por pertenencia de los objetos mentales a una misma región espacial o a una misma región temporal en la que aquellos estuvieron presentes. Así es que si se toma un impulso del tipo de la sensación simple, habremos de reconocer que nunca trabaja aislado sino que se presenta en una estructuración de impulsos asociados que terminan configurando una percepción que es “algo más” que el simple impulso que llegó al sentido.

Y en cuanto al orden temporal en que se presentan los impulsos observamos que pueden trabajar hacia “atrás”, hacia el pasado y hacia “adelante, hacia el futuro, teniendo por referencia la solidez del registro “presente” siempre actualizado por los correspondientes impulsos que provienen de la cenestesia y de los otros sentidos internos.

Más adelante se establece el campo del trabajo conciente ubicando allí a todos los fenómenos que ocurren en los diferentes estados y niveles de vigilia, semisueño y sueño, incluídos los subliminales. Desde luego que la noción del “yo” pertenece también al ámbito de la conciencia aunque se cuestione su realidad. Y entrando en la discusión, se dijo que “el registro de la propia identidad está dado por los datos de los sentidos y de memoria más una pecualiar configuración que otorga a la conciencia la ilusión de permanencia, la ilusión de permanencia… no obstante los contínuos cambios que en ella se verifican. Esa configuración ilusoria de identidad y permanencia es el ´yo´”.

Debemos continuar ahora, con una cita de Psicología IV en la que se explican algunos de los funcionamientos ilusorios de la atención y del “yo” referidos sobre todo a distintas posiciones en el espacio de representación. “En vigilia activa, el yo se ubica en las zonas más externas del espacio de representación ´perdido´ en los límites del tacto externo, pero si hago apercepción de algo que veo, el registro del yo sufre un corrimiento. En ese momento puedo decirme a mí mismo: ´veo desde mí al objeto externo y me registro adentro de mi cuerpo´. Aunque estoy conectado con el mundo externo por medio de los sentidos, existe una división de espacios y es en el espacio interno donde me emplazo yo. Si posteriormente apercibo mi respiración, podré decirme a mí mismo: ´experimento desde mí el movimiento de mis pulmones, estoy adentro de mi cuerpo pero no adentro de mis pulmones´. Está claro que experimento una distancia entre el yo y los pulmones no solamente porque al yo lo registro predominantemente en la cabeza que está alejada de la caja torácica, sino porque en todos los casos de percepción interna (como ocurre con un dolor de muelas o un dolor de cabeza), los fenómenos estarán siempre a ´distancia´ de mí como observador.

Pero aquí no nos interesa esta ´distancia´ entre el observador y lo observado, sino la ´distancia´ desde el yo hacia el mundo externo y desde el yo hacia el mundo interno. Por cierto que podemos destacar matices muy sutiles en la variabilidad de las posiciones ´espaciales´ del yo, pero acá estamos resaltando las ubicaciones diametrales del yo en cada caso mencionado. Y en esta descripción podemos decir que el yo se puede ubicar en la interioridad del espacio de representación pero en los límites táctiles kinestésicos que dan noción del mundo externo y opuestamente, en los límites táctiles cenestésicos que dan noción del mundo interno. En todo caso, podemos usar una figura bicóncava elástica (como límite entre mundos), que se dilata o se contrae y con ello focaliza o difumina el registro de los objetos externos e internos. La atención se dirige, más o menos intencionadamente, hacia los sentidos externos o internos en la vigilia y pierde el manejo de su dirección en el semisueño y el sueño y aún en la vigilia de los estados alterados, ya que en todos esos niveles y estados la reversibilidad es afectada por fenómenos y registros que se imponen a la conciencia. Es muy evidente que en la constitución del yo intervienen no solamente la percepción, la representación y la memoria, sino la posición de la atención en el espacio de representación.

No se está hablando por consiguiente, de un yo substancial sino de un epifenómeno de la actividad de la conciencia. Este ‘yo-atención’ parece cumplir con la función de coordinar las actividades de la conciencia con el propio cuerpo y con el mundo en general. Los registros del transcurrir y de la posición de los fenómenos mentales se imbrican en esta coordinación de la que se terminan independizando. Así, la metáfora del ‘yo’ cobra ‘identidad’ y cobra ‘substancialidad’, independizándose de la estructura de funciones de la conciencia.

Por otra parte, los reiterados registros y reconocimientos de la acción de la atención se van configurando en el ser humano muy tempranamente, a medida que el niño dispone de direcciones más o menos voluntarias hacia el mundo externo y el intracuerpo. Gradualmente, con el manejo del cuerpo y de ciertas funciones internas, se va robusteciendo la presencia puntual y también una copresencia más amplia en la que el registro del propio yo se constituye en concentrador y trasfondo de todas las actividades mentales. Estamos en presencia de esa gran ilusión de la conciencia a la que llamamos ‘yo’. Es claro que existe para la conciencia el registro y la noción del propio yo pero comprendemos que se trata de una estructuración variable dependiente de la situación de los sentidos, de la memoria y de la posición de la atención en el espacio de representación.

A estas alturas del desarrollo de Psicología IV se llega al parágrafo de las “estructuras de conciencia”. Allí se dice que “los diferentes modos de estar el ser humano en el mundo, las diferentes posiciones de su experimentar y hacer, responden a estructuraciones completas de conciencia. Así, la “conciencia desdichada”, la “conciencia angustiada”, la conciencia “emocionada”, la conciencia “asqueada”, la conciencia “nauseada”, son casos relevantes descritos por diferentes autores que, en su mayoría, adhieren al método fenomenológico y al análisis existencial.

En nuestro caso, comenzamos por estudiar los comportamientos que muestran anormalidades respecto a parámetros del individuo o del grupo considerado. Llevamos nuestro estudio sobre los comportamientos “no habituales” fuera del terreno de la patología, para concentrarnos en dos grandes grupos de estados y casos a los que hemos llamado el grupo de la “conciencia perturbada” y el grupo de la “conciencia inspirada”. Decimos que existen diametrales posiciones del yo que van desde la actividad cotidiana a la emoción violenta y estados ensimismados que van desde la calma reflexiva hasta la desconexión con el mundo externo. Reconocemos además, otros estados alterados en los que las representaciones se externalizan proyectivamente, de tal modo que realimentan a la conciencia como “percepciones” provenientes del mundo externo y otros, de ensimismamiento, en los que la percepción del mundo externo se internaliza introyectivamente. Por cierto, esas perturbaciones ocurren transitoriamente, como en el caso de la “emoción violenta” o se manifiestan cada vez que se roza una misma situación conflictiva.

En este apretado resumen de Psicología IV, quisiéramos referirnos a una estructura global de la conciencia en la que surgen intuiciones inmediatas de la realidad… Se trata de la estructura de “conciencia inspirada”, frente a la cual nos preguntamos: ¿es un estado de ensimismamiento o de alteración?, ¿es un estado perturbado, una ruptura de la normalidad, una extrema introyección, o una extrema proyección? Por cierto, la “conciencia inspirada” es más que un estado, es una estructura global que pasa por diferentes estados y que se puede manifetar en distintos niveles. Así, la “conciencia inspirada” aparece en grandes campos como la Filosofía, la Ciencia, el Arte y la Mística, pero también aparece cotidianamente en las intuiciones o inspiraciones de la vigilia, del semisueño y del sueño paradojal. Ejemplos habituales de conciencia inspirada son los del “pálpito”, los del enamoramiento, las comprensiones súbitas de situaciones complejas y la resolución instantánea de problemas que perturbaron durante mucho tiempo al sujeto. Sin embargo, los casos que mencionamos no garantizan el acierto, la verdad o la coincidencia del fenómeno respecto a su objeto, aunque los registros de «certeza» que los acompañan son de gran importancia y de profundo significado.

Pero vayamos al parágrafo dedicado a los fenómenos accidentales y los fenómenos deseados de la “conciencia inspirada”. Allí decimos: “Hemos reconocido estructuras de conciencia que se expresan accidentalmente; también observamos configuraciones que responden a deseos, o planes de quien se pone en una particular situación mental con el propósito de hacer surgir el fenómeno. Desde luego, tal cosa a veces funciona y a veces no, como ocurre con ese deseo de inspiración artística… que a veces funciona y a veces no… o ese enamoramiento que a veces no llega. Es en la Mística especialmente, donde la búsqueda de inspiración ha hecho surgir prácticas y sistema psicológicos que han tenido y tienen desparejo nivel de desarrollo. Así, reconocemos a las técnicas de “trance” como pertenecientes a la Arqueología de la inspiración mística. Al trance lo encontramos en las formas más antiguas de la magia y la religión. Para provocarlo, los pueblos han apelado a la preparación de bebidas de vegetales más o menos tóxicas y a la aspiración de humos o vapores. Otras técnicas más elaboradas, en el sentido de permitir al sujeto controlar y hacer progresar su experiencia mística, se han ido depurando a lo largo del tiempo. Las danzas rituales, las ceremonias repetitivas y agotadoras, los ayunos, las oraciones, los ejercicios de concentración y meditación han tenido a lo largo del tiempo, considerable evolución”.

Es de observar que algunas de esas técnicas logran la sustitución del propio yo por otra entidad espiritual o divina y en base a esas imágenes que se van profundizando en el espacio de representación, se toma contacto con otro estado o tal vez con otro nivel de conciencia al cual nos referimos con la designación de “Lo Profundo”. La investigación de esta posibilidad del psiquismo queda abierta en el tramo final de nuestros Apuntes de Psicología.
Nada más, muchas gracias.