Buenos Aires
17 de Mayo de 1999
Estos comentarios han sido realizados durante la reunión en Buenos Aires sobre el diseño de la tercera etapa del PU en Argentina.

 

 

Nuestro mensaje está tocando cada vez más a los «marginados», nuestro mensaje se acerca cada día más a la gente humilde; nuestra acción no tendrá efecto sobre otras clases sociales. Bien o mal, la clase media, aunque todavía coma, se vista y se lava, sicológicamente se está transformando en la clase pobre, los nuevos pobres. Dentro de breve el estado sicológico de la clase media y la clase baja, será más o menos el mismo, sin hablar, naturalmente, de las necesidades concretas que desde ahora tiene la gente humilde. Sucederán cosas extraordinarias en base empobresida. La gente que está en el «foso» no la salvarán los sicólogos ni los políticos. Todas este personas se salvarán en términos concretos y de sentido, si se ponen en marcha junto a nosotros.

Tenemos que decirles que no es conveniente una posición de espera pasiva de algo que los haga salir del «foso», tendrán que sacar afuera las fuerzas desde muy adentro y unirse a nosotros, ya que la dinámica misma del poner en marcha una cosa social potente, los sacará afuera también de su situación.

Es importante observar lo que sucede al medio inmediato cuando logramos rescatar o sacar una persona de la droga o a un borracho del alcohol o un joven enfermo: ellos reconocen que algo ha sucedido a aquel ser humano que estuvo perdido. Reconocen los «efectos» que producen la alegría, el cariño y, sobre todo, el hecho de emprender acciones que tienen sentido. Se ponen en marcha junto a él, porque creen de nuevo en el cambio.

Si no somos nosotros a sacar afuera a la gente del «foso», serán las religiones y ésta es un hecho, aunque no te gusten la conciencia mágica o el fetichismo actual de las religiones. Son ellos los que han podido producir cambios y transformaciones importantes en esta clase humilde y apaleada. Esta es la realidad.

Aunque la dirección de nuestro mensaje y nuestras estructuras se dirija hacia los «marginados», no hará falta forzar este proceso desarraigando a gente para posicionarla en barrios marginados. Llegaremos allí a su tiempo, hoy no nos conviene desarraigar y desplazar gente en aquellos puntos, porque el arraigo tiene un gran costo de tiempo y acabaríamos desarraigados sea en un punto que en el otro. Tiene que ser como una ola expansiva que se acerca a aquella capa de la población, sin esfuerzos. Esta bien saber que ésta es la dirección hacia la que, inevitablemente, va nuestro mensaje y nuestras acciones.