9 de octubre de 1998
Foro Universitario
Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán
Introducción a cargo del Prof. Eduardo Rozenvaig:
…Cuando me invitaron a presentar a nuestro amigo Mario Rodríguez Cobos, conocido como Silo, decidí hacerlo por dos circunstancias: primero porque Miguel (Megías) en conversaciones que hemos tenido en estos últimos años me ha llevado a una reflexión, a una manera de entender a los hombres desde una mirada muy distinta desde, diría yo, desde la alegría, desde el optimismo, desde la polémica, pero manteniendo ese espíritu, un espíritu altamente humano. Entonces pensé: tiene que haber algo muy importante aquí para conocerlo, para reflexionar sobre ello. En segundo lugar porque desde hace 30 años yo quería conocer a nuestro amable invitado hoy aquí a la Facultad de Artes.
Yo vine a Tucumán en 1969 y creo que a finales de ese año o a comienzos del ’70 las paredes de la ciudad aparecían con una pintada que decía «SILO», sólo «SILO» Y me acuerdo que en ese momento los estudiantes nos preguntábamos de qué se trataba.
Después, en estos años, me enteré de la reflexión, como consta aquí en la biografía de Mario Rodríguez Cobos; reflexión de la época de Onganía. Reflexiones que en algún momento me pusieron a pensar: ¿existirá Silo? Porque no lo había visto nunca. Durante 30 años esperé verlo y digo que cada vez con más entusiasmo, y diría con más deseos, de aproximarme al pensamiento de éste escritor y pensador argentino por lo siguiente: Desde 1969 a ésta parte casi no ha quedado dirigente en Argentina, casi no han quedado hombres cuyo proyecto pudiera seguir siendo reafirmado con la vigencia con la que Silo demuestra hasta hoy. ¿Y qué ha pasado?… En esos años, finales de los ’60 y comienzo de los ’70, creo que estábamos divididos en dos formas de ver lo humano en el mundo: una forma que decía que hay que ver lo exterior, cambiar lo exterior para después cambiar el hombre; y otra forma que decía que cambiemos la interioridad: el sicoanálisis, etc. Y una serie de teorías muy en boga en ése momento, cambiemos la interioridad para después cambiar el mundo.
A mi me parece que el pensamiento de Silo llegó 30 años después con una vigencia inaudita en la Argentina y formando incluso un proyecto político que está en 55 países…Creo que unió de una manera brillante el cambio interior con el cambio exterior, el cambio de la personalidad humana con el cambio de la realidad, de una manera directa. En éste sentido creo que ha sido una experiencia inédita desde el punto de vista del pensamiento y de la sociología en nuestro país. Tan directa que desde ese primer manifiesto, en esa primera reunión en las montañas de Mendoza hasta hoy se ha creado un proyecto, se ha creado una forma de ver el mundo y fundamentalmente un cambio en la forma de verse a sí mismo en la sociedad. Y hoy cuando la sociedad ha hecho lo que ha hecho con nosotros… digo lo que ha hecho el Neoliberalismo en ésta época, creo que más que nunca es necesario escuchar su mensaje… Bien, esta es la bienvenida que le da la Facultad de Artes…
(Entre aplausos saluda a Silo y le pasa el micrófono)
…Debo agradecer realmente las amables palabras del querido amigo. Muchas palabras tal vez de excesiva relevancia a nuestra acción, a nuestro pensamiento. Y por otra parte debo destacar que nosotros no veníamos preparados para disertar sobre nuestro pensamiento, sino más bien nuestra presencia aquí en Tucumán se debe a que vamos acompañando a los candidatos del PH y hemos venido a la proclamación de los candidatos a gobernador y vicegobernador por la provincia de Tucumán. Es decir que estamos acompañando en una especie de gira que comienza acá y que llega hasta Tierra del Fuego y se moverá por todo el país, que estamos acompañando a los referentes del Partido. Por eso que digo que no venía preparado para una exposición de tipo académico o para desarrollos sobre lo que podríamos llamar este tipo de pensamiento.
Es oportuno sin embargo destacar algunos hechos históricos, que mencionáramos allá por la década del ’69 y la continuidad de cierta forma de pensamiento hasta el día de hoy. En la década del ’60, como bien se nos explicó hace un rato, existía una suerte de polarización en el pensamiento, en los proyectos políticos, en el accionar. Una suerte de polarización entre aquellos que consideraban efectivamente que el ser humano tenía muy poca relevancia en su interioridad, porque era nada más que el reflejo de las condiciones objetivas que se daban. Entonces poco importaba lo que sucedía con su interior, bastaba con modificar ciertas condiciones externas para que se modificaran también las condiciones alienantes que tenían el efecto de que oprimían su interior. Pero también estaban aquellos otros que creían que se trataba de hacer algunas modificaciones en su pensar y en su sentir. También la gente moverá el cambio posteriormente en el mundo que lo rodea, como si el mundo fuera proyección de lo que sucedía en el interior de las personas. Así puede decir una persona que tenía determinadas confusiones, o determinada neurosis, o determinados problemas, claro y va a producir a su alrededor situaciones muy conflictivas, habría pues que modificar el conflicto interno. Y efectivamente la gente adhería a una actitud ambigua, era en el fondo también la vieja teoría hipotética de la causa y efecto, donde una cosa depende de la otra y así siguiendo en una cosa un tanto lineal.
Ya con los años se nos empezó a enseñar, y empezamos a ver, hasta en la electrónica, hasta en los circuitos de realimentación, hasta lo que vemos hoy en la tecnología computacional, empezamos a ver los «rulos», como le llaman algunos; las interacciones, las mutuas implicancias que ocurren en determinados circuitos, donde uno actúa sobre el otro y éste actúa sobre el primero en un círculo donde se van implicando mutuamente. Estas mutuas implicancias que se ven muy bien en la electrónica, en la computación, que están hoy a la mano en el mundo tecnológico que nos rodea, pero no tan fáciles de ver frente a los humanos. Estamos en otro medio, en otro tipo de técnica, en otro tipo de creencias políticas y sociales.Y todo se veía un tanto dicotómicamente. Primaba una suerte de dialéctica, se entendía por dialéctica, se entendía por oposición, se entendía por partes, se fragmentaba la realidad. El mundo mismo estaba dividido en áreas de influencia, se estaba en un lado o se estaba en el otro. No se podía ser neutral, no se podía estar en otra concepción. Todo fue cambiando, la historia misma hizo que la cosa fuera cambiando.
Y el pensamiento que debería haber acompañado a todos estos cambios, sin embargo, pareció de pronto que se hubiera atascado. Cambiaron las situaciones políticas, cambió la tecnología, pero algo pasó en el pensamiento, en el orden del pensamiento puro, en el orden de la filosofía, en el orden de la ciencia pura. No de la ciencia aplicada, no de la tecnología que siguió su desarrollo. Algo pasó que pareció de pronto que todo se atascaba.
No surgieron nuevas concepciones, concepciones globales, concepciones que pudieran subsumir a todos los grandes sistemas como había ocurrido en décadas anteriores. Veníamos todavía de los grandes sistemas del idealismo absoluto, veníamos de concepciones muy grandes donde todo encajaba en todo como si fuera un enorme rompecabezas muy bien articulado. No. Pareció que el pronto se atascaba, se desarmaba.
Si se produjo, digamos, un gran silencio en las concepciones, acerca del hombre, acerca de la naturaleza, acerca de la historia; un gran silencio y una gran desarticulación que parece continuar hasta el día de hoy. Es más, la gran mezcolanza de estilos que vemos en distintas cosas aparece como una manifestación de esa desarticulación que se ve en el pensamiento. Las contradicciones en las actividades cotidianas de cualquier ciudadano aparecen también como una expresión de esta desarticulación que se produce. Esto se ve en toda la vida, en la vida social y en la vida personal. Estamos desarticulados en nuestra concepción del mundo, estamos desarticulados en nuestra percepción de la realidad, y estamos desarticulados en el trato humano. Se ha desarticulado la relación interpersonal. Y a veces me da la impresión de que podemos llegar a mirarnos en el espejo sin reconocernos ese día, como si estuviéramos viendo a otra persona.
Nos hemos desarticulado, no sólo en nuestra concepción, en nuestra percepción; nos hemos desarticulados en nosotros mismos. El Humanismo para bien o para mal, ya en la década del ’60 empezó a comprender éstos fenómenos. Básicamente empezó a estudiar estos fenómenos: el fenómeno de la crisis personal y social. Jamás desvinculó lo personal de lo social. Por imperio de las circunstancias, persecuciones, prisiones, expulsiones del país, muchos de los que comenzaron a trabajar en éste pensamiento, en ésta práctica social también, fueron expulsados, tuvieron que irse del país. Y ya desde aquellos primeros momentos la idea de globalización, la idea de mundialización tuvo mucha fuerza para los humanistas. Esto que han descubierto ahora y que se ha dado a llamar globalización, utilizando una figura geométrica y superficial como si todo se desarrollara desde afuera como pasa con la moda Pierre Cardin, todo se ve desde afuera.
Es globalización, no es mundialización, como ha planteado el humanismo desde el comienzo, una mundialización con su diversidad, con sus diferencias, con su riqueza de expresiones. No, se ha convertido mundialización en globalización en donde todo debe ser homogeneizado, todo debe funcionar de acuerdo los mandatos de un centro de poder. Ni siquiera tiene el carácter de mundialización esto que se está predicando; es una forma imperial mucho más vasta que en otras épocas. Pero claro que la historia nos enseña mucho acerca de cómo los imperios se extienden territorialmente, homogeneizan a las potencias que no han alcanzado ese nivel de desarrollo.
Bueno… Es evidente, volviendo a nuestro cauce, ya en aquella época se entendió, se empezó a entender, por otra parte muy bien, que esto de la mundialización iba a acentuarse, con todo lo que esto implicaba. Mundialización que iba a terminar disolviendo estos focos de poder antitéticos, en aquella época tenían tanta fuerza y que iban a terminar fortaleciendo a algún imperio de tipo mundial. Imperio mundial, con una forma bastante definida, y que pretende barrer con todas las diferencias. Eso lo percibimos muy bien, lo entendimos bien, nuestro Movimiento fue internacional e internacionalista desde el comienzo. Tuvimos muchos choques, no sólo aquí o en Chile con militares, tuvimos choques también en lugares donde no había ese tipo de gobiernos militares. Diferencias ideológicas, a cada rato; difamaciones por todas partes… Pero no nos vamos a poner a llorar ahora sobre lo que pasó. Son simples avatares del desarrollo de un proceso histórico que parecen normales.
Nosotros estamos acá tratando de impulsar un proyecto político, porque aunque no tengamos vocación política, nos parece oportuno y decisivo el planteo político en éstos momentos precisos que vive el mundo y que vive nuestro país. Nos guste o no nos guste estamos en situación. Hay gente que no quiere para nada la actividad política, y le encuentro toda la razón del mundo. ¡Cómo podría tener vocación política después de los exponentes que hemos visto a lo largo de nuestra historia!, ¡Es como para meterse en un agujero!… ¡Absolutamente!, le encuentro razón a toda esa gente que no quiere participar de la cosa política. Pero este ya es un problema de urgencia. Está sucediendo en el mundo, la dirección que están tomando los acontecimientos obliga en realidad a la gente a que se haga cargo de su situación. Nos guste o no vivimos en situación, y esta situación nos ha convenido a decidirnos a tomar partido por una u otra posición, y no tomarla, ¡es también tomar partido!.
Así que obligados, los humanistas y la gente que se acerca al pensamiento humanista, ha lanzado su proyecto político… ¡Y bueno! Lo asumen con la mayor responsabilidad que pueden y con la mejor habilidad que tienen en sus manos Los humanistas no pretenden ser jefes de nadie, no pretenden ser caudillos, no pretenden seguir los modelos de la mayoría de los políticos, sino que hacen las cosas del modo que les parece justo, que les parece más razonable y más adecuado a las circunstancias. Desarrollar el pensamiento del humanismo en estas circunstancias sería ocioso, sería aparte fuera de lugar, pero yo he querido transmitirles a Uds. la idea de un largo proceso, que comenzó hace tres décadas. Que se ha continuado en éstas tres décadas, en donde se ha visto que se desarticulan una cantidad de cosas que antes estaban tan sólidas, tan fuertes y donde se ha paralizado el pensamiento. Para el Humanismo no se ha paralizado el pensamiento, se sigue creando, se sigue estudiando, se sigue generando. Y no sólo eso, sino que se pasa a la acción poniendo en marcha un proyecto político que le parece que es de suma oportunidad. Un proyecto político que debería ser tenido en cuenta para aceptarlo o para rechazarlo por mucha gente que todavía ni siquiera lo conoce. El proyecto político del humanismo cuanto menos merece discusión, cuanto menos merece discusión y no un simple desdén de aquello que parece tuviera la verdad en sus manos. Nosotros estamos acompañando a los partícipes directos de este proyecto político, así nos hemos llegado hasta Tucumán, ahora tenemos el gran gusto de encontrarnos con Uds. y seguramente nuestros amigos van a desarrollar los puntos principales del planteo político del humanismo. Aquí yo… y digamos el pensamiento humanista se queda calladito, para dar lugar a la acción humanista, que seguramente va a ser escuchada por Uds. con mucha atención. Muchas gracias…
(a continuación hablaron los otros integrantes de la mesa: el economista Sulings, Lía y Jorge.)