Marzo de 1995
«No habrá desarrollo si no es de todos y para todos»
La presente Cumbre Mundial de la Naciones Unidas para el Desarrollo Social en Copenhague nos confirmar lo que ya estaba claro en Río de Janeiro y Viena: Los gobiernos no tienen ni la intención ni la posibilidad de resolver la creciente crisis en todo el planeta, debido a que ellos participan de un sistema cuyo valor central no es el ser humano.
Día a día podemos presenciar cómo aumenta el desastre a nivel mundial, manifestado de muchas formas: fuerte aumento del desempleo; números crecientes de poblaciones hambreadas en diferentes reas del mundo; formas de discriminación y atropello que creíamos superadas, renacen con más virulencia que nunca; posturas incoherentes como el neofascismo y todas otras formas de fanatismo e intolerancia se van fortaleciendo al aprovechar el malestar y el descontento de la gente.
En numerosas regiones del planeta, empresas multinacionales explotan los recursos a discreción, sacando enormes beneficios a costa del empobrecimiento general… un neo-colonialismo éste, que produce gran disparidad económica, resultando en explosiones sociales y movimientos migratorios masivos que amenazan la estabilidad global.
Poblaciones enteras buscan refugio en países vecinos, acosadas por la persecución religiosa o étnica. Al mismo tiempo, los tecnócratas al servicio de los gobiernos están tratando, con medidas restrictivas, de disciplinar cada vez más a los ciudadanos.
En este proceso de desastre creciente, un pequeño porcentaje de la humanidad continúa acrecentando sus riquezas, mientras las necesidades básicas de más del 80% de la población mundial permanecen insatisfechas. La tecnología está en manos de unos pocos que quieren poseerlo todo, obligando a las mayorías a vender sus productos a un precio mínimo.
Frente al juego hipócrita de los gobiernos, queremos advertir que hoy está en juego la supervivencia de la humanidad, porque la dirección deshumanizante del sistema actual llevar inevitablemente hacia un mundo convulsionado por hambrunas y atestado de refugiados; un mundo de guerras y luchas interminables, de caos y de continuo temor; un mundo de abusos de autoridad, injusticia y erosión de las libertades básicas; un mundo en el cual triunfar n nuevas formas de oscurantismo.
Será una locura volver a girar en una rueda hasta el surgimiento de otra civilización que repita los mismos y estúpidos pasos de engranaje… si es que esto pueda ser posible luego del derrumbe de esta primera civilización planetaria que, por ahora, empieza a conformarse.
Tanto la situación mundial como la particular de cada individuo ser más conflictiva cada día, y ser claramente suicida el dejar nuestro futuro en manos de los que han dirigido este proceso hasta hoy.
Ha llegado el momento de enfrentarse a la disyuntiva: o aceptamos el caos destructivo u optamos por la revolución como una dirección superadora de las diferencias entre los que sufren la opresión.
¿De qué revolución hablamos?
Una revolución que ubique al ser humano como valor y preocupación central; que afirme la igualdad de todos los seres humanos; que reconozca la diversidad personal y cultural; que tienda al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado como verdad absoluta; que afirme la libertad de ideas y creencias y que repudie toda forma de violencia.
Adoptando esta actitud, la salud y la educación son claramente los dos valores máximos de la revolución y ellos deben reemplazar el paradigma de la sociedad actual dado por la riqueza y el poder.
Poniendo todo en función de la salud y la educación, los complejísimos problemas económicos y tecnológicos de la sociedad actual tendrán el enmarque correcto para su tratamiento. Y rechazamos el argumento empleado por el capitalismo, que pone en duda toda nueva propuesta preguntando siempre de dónde saldrán los recursos y cómo aumentar la productividad, dando a entender que los recursos salen de los préstamos bancarios y no del trabajo del pueblo. Por lo demás, de qué sirve la productividad si luego se esfuma de las manos del que produce?
La salud y la educación son tratadas de modo desigual para los habitantes de un país. La revolución implica el acceso gratuito a la educación y a la salud para todos.
Actualmente, el capital está siendo transferido progresivamente a la banca, que sigue adueñándose de las empresas, los países, las regiones y el mundo. La revolución implica la transformación del sistema bancario para que éste cumpla con prestar sus servicios sin cobrar intereses usurarios.
Hasta hoy, las empresas están constituidas de tal manera que el capital recibe las ganancias, mientras que los trabajadores perciben un sueldo o salario. Además, la gestión y la decisión están exclusivamente en manos del capital. La revolución implica que la ganancia se reinvierta, se diversifique o se utilice en la creación de nuevas fuentes de trabajo, y que la gestión y la toma de decisiones sean compartidas por el trabajo y el capital.
Las regiones o provincias de un país están generalmente atadas a la decisión central. La revolución implica la desestructuración de ese poder centralizado, de manera que las entidades regionales conformen una república federativa y que el poder de esas regiones sea igualmente descentralizado a favor de la base comunal, desde donde habrá de partir toda representatividad electoral.
Y es a la base social hasta donde tienen que llegar nuestras actividades, porque esta base social encontrar la posibilidad de generar organizaciones autónomas mínimas que estén lanzadas por sus propias necesidades inmediatas. Nuestra acción no debe estar desconectada de la gente. Por eso es coherente buscar instrumentos útiles para la creación de las condiciones necesarias para la unidad, la organización y el crecimiento de una fuerza social suficientemente poderosa como para permitir colocarnos en la dirección de un proceso revolucionario humanizante.
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Estando en un todo de acuerdo con la Declaración Humanista de Copenhague, suscribo la misma y me comprometo a trabajar en la dirección expresada en ella. personalmente / en nombre de la ONG que represento (tachar lo que no corresponda)
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Phone/Fax
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If You agree with this declaration, please send an message to:
100414.1715@compuserve.com (Michael Gohlke)
Movimiento Humanista en Tucumán:
Enrique Alejandro Copley
Antártida Argentina 151 Block A dpto. 9 Banda del Rio Salí
Phone: (+54-81) 26-2594 fax: 26-2594
email: Copley@pinos.com