Madrid
22 de abril de 1993
Apuntes de charla con el Coordinador sobre la campaña política

 

 

 

La acción, ahora, debe ser confrontativa, ese hecho va a ser muy renovador y oxigenante para los nuestros.

El periodo que se abre ante nosotros, en cuanto actividad, va a ser muy medicinal para las estructuras y se va a poder observar como los nuestros quieren puteaderas y líos, no una cosa blanda gelatinosa, ni condiciones para mover el culo.

Siempre hay que estar pensando en el disparo.

Hoy empujamos la puesta en marcha de la iniciativa, en las distintas líneas y en los diferentes lugares. Tenemos que aprovechar todas las situaciones que se presenten para avanzar sobre los distintos medios particulares. Aunque puede ser que alguno meta la pata, es un riesgo que asumimos de comienzo, ya que si no nos arriesgamos no avanzamos.

En la campaña política que tenemos encima, tenemos que aunar potencial y arremeter con agresividad, aunque con buenos modales, con fuerza, convicción y sin relativismos. Todo está muy blando. La mesa está servida.

Además del slogan central y fijo, deberíamos armar un abanico de slogans (3 ó 4), para usar durante la campaña en las distintas situaciones que se pueden presentar, no es lo mismo un mitin callejero que una comida general en donde invitamos a medio mundo, incluida la prensa.

Un buen slogan, en esta coyuntura, tendría que decirle a la gente lo que tiene que hacer.

Hay que darle vueltas, pero estaría bien hacer juegos de palabras como «FelipAznar», dando a entender que son la misma cosa y que, por debajo, están trenzados.

Las frases fuerza, los slogans deben ser burbujeantes, con cierta burla, mordacidad y ligeramente vejatorios. El slogan central podría ser:

«Castiga con lo peor: Vota por nosotros»

Partido Humanista

Este es un slogan muy cabrón, muy elaborado, que se presta a la discusión y a la sorna; con una ambigüedad medida, muy jodida para la contra. Y, en ésta época, en la que todos son lo mejor (el mejor programa, el mejor líder, el mejor auto…), que unos salgan con eso de «lo peor» es, por lo menos, fuerte y atractivo desde el punto de vista de la población, y de mucho impacto desde el punto de vista publicitario.