16 de Marzo de 1991
Apuntes tomados por Rafael Edwards de una charla con Mario
Lo nuevo
Lo nuevo no se puede definir. Esto está planteado desde hace mucho como: «La terra incognita se otea», pero no puede definirse.
«Cuando se está en frente de algo nuevo, no se lo puede explicar o describir. Podemos definir el mundo que se va, no el que viene y es así, no es patológico. Como con el núcleo de ensueño que lo ves cuando cambia. Ves al núcleo que ya completó su etapa pero no al que se comienza a formar. Esto no es patológico y no hay que sentirse mal, sino que es así».
Aquí opera el gerundio dinámico; se está haciendo, se está expresando, se está manifestando.
Así es el futuro.
Tampoco pueden definirlo los intelectuales del sistema con sus categorías de otras épocas.
El reino de lo secundario
Tenemos que distinguir lo secundario de lo nuclear.
El reino de lo secundario es «la vida de la gente». Los empleados de la compañía, creen que participan y viven la democracia cuando deciden el color de los muebles o el lugar de vacaciones pero a nadie se le pasa por la cabeza discutir el paquete accionario de la empresa. No, eso no está en discusión.
El sistema promueve que la gente crea en lo secundario.
El cambio nuclear es la cagada. Cuando se proponen cambios sobre temas «nucleares», que hacen a lo sustancial, ahí surge la cagada y todo es un » pedo».
No nos interesa quedarnos pegados en el «tema de la corbata», ni en discusiones secundarias, debemos avanzar en lo nuclear, en lo sustancial.
Ellos y nosotros
En el sistema quedarán los yupies y nosotros.
Los yupies son androides programaditos. Todos dan las mismas respuestas, el de Japón, el de París o el de Perú.
Son hechos a tornillo. Muy eficaces. Con proyectos claros, se lo van devorando todo. Van ganando en el paso a paso. No les gusta hablar de proceso, hablan de la coyuntura, del picoteo de gallina que va profitando de toda oportunidad.
Al pueblo la llaman «público». Las tendencias del «público» consumidor, etc…
Al gobierno le llaman «administración». Y así, será fácil a poco andar, entender al país como «la empresa» de quienes lo administran.
Tienen su propio código. Andan con su programa devorándolo todo. Como monitos de video, dando cortes a todo lo que encuentran. Tienen sueños azules, sus neuronas están programadas para soñar con el modelo americano y el livingcito con la escalera y la Nancy y todo eso…
Pero estos yupies se han cagado a los otros, a los intelectuales gelatinosos que lo mezclan todo y que lo dejan a uno pegajoso con su cosa indefinida y trasnochada; así en alguna medida han ayudado a limpiar el camino.
Finalmente quedaremos ellos y nosotros.
Planificación
Hay dos tipos de planificación. La planificación compulsiva y la planificación entusiasta.
¡A nosotros nos interesa la planificación entusiasta!
Para planificar tenemos que hacer economía de explicaciones, y economía de motivaciones. Tenemos que ahorrar explicaciones y ahorrarnos motivaciones. Pocas explicaciones, pero muy claras. Pocas motivaciones, pero muy precisas.
«Economía de hipótesis, como lo hacen los científicos; cuando hay una hipótesis clara, se ahorran todas las explicaciones, otras hipótesis, etc…
Hay que planificar desde el entusiasmo, no desde la compulsión. Yo puedo distinguir muy bien entre lo que es entusiasmo y lo que es compulsión. Claro, si haces toda una planificación y no hay entusiasmo, no pasa nada. Esto de la compulsión no es un tema moral, es un problema técnico. Planificas desde una compulsión y la cosa sale para otro lado.
Nada de rollos. Hay que sincerarse con uno mismo en una organización de prioridades para uno mismo. No para los otros. Independiente de la exportación.
La planificación debe ser con una motivación muy sincera y muy clara. Muy entusiasta. Nosotros planificamos lo importante. Lo que hace a lo fundamental de nuestras vidas.
Es importante poner hitos de evaluación adecuados en toda planificación. Hitos que permitan rectificaciones a tiempo, sin detener el proceso. Hitos para saber donde estoy parado. Para evitar que el ángulo de desvío sea tan abierto que ya no pueda retomar el rumbo.
Por ejemplo, en una fábrica de ampolletas, se toman muestras de la calidad en la cinta de producción, se sabe que un 1% o un 2% de ampolletas falladas, permite corregir el proceso sin detener la producción, y eso es lo hay que evitar.
Por eso los hitos no deben ser equívocos; que permitan diferentes interpretaciones; ni multívocos; que permitan muchas interpretaciones; deben ser unívocos, que permitan una sola interpretación.
También deben ser proporcionados. Ni muy seguidos, que debamos evaluar cada día, ni muy distanciados entre sí.
Pregunta: Tengo una imagen de futuro, de donde quiero ir, que es muy positiva; por otro lado veo mi nudo biográfico un clima de fondo que me tira para atrás y que actúa fuertemente. Quiero llegar a la raíz de él y poder desarmarlo. ¿Cómo?.
«Hay que chupar desde el futuro. No hay que cargarle la mano a los aspectos negativos. Es como esas viejas que dicen: ¡Ah, claro, a el le pasa esto porque es hijo de fulana y fulano, etc., etc…! Toda una cosa naturalista. Hay que chupar desde el futuro.
En la planificación hay que partir por saber que es lo que uno realmente quiere. No tantas «frases» …»yo lo que quiero es el bien de la humanidad», los políticos suelen decir esas cosas…, ¿y por qué no te vas un poco al carajo?
Procesos
Nosotros asistimos por primera vez en la historia al surgimiento y consolidación de un Imperio Mundial, que reúne en una sola mano el poder político, el poder económico y el poder militar.
Todas las coyunturas le han venido a favor a los EE.UU.
La situación de los países árabes, la crisis de la URSS., el «terrible» Sadam, etc…
Los verdes, los ambientalistas, mostraron la hilacha con el patito y el pescadito, y no hablaron de las 200.000 muertes.
EE.UU. administrará la victoria controlando los principales mercados petroleros de la zona, subyugando al Japón y a la C.E.E.
No hay nadie que se le pueda enfrentar. No hay que engañar a la gente. Hay que decir que esto es así.
Esto es sólo un corte político. La cosa es más vasta.
El tiempo de hoy tiene una velocidad distinta.
Los procesos de los imperios son conocidos, surgen, se consolidan, declinan y mueren.
Lo más grave con todo ésto, son los cientos de miles, los millones de personas que día a día se desconectan del interés por lo social, retrayéndose a sus casas, a «su cosa» y a la TV.
Todo ese tejido social, es lo que tenemos que reconstruir.
El sistema sintetizado en este Imperio Mundial, ha logrado dividir a la gente. Cada uno en lo suyo, desconectados entre sí, pero todos conectados (y mirando) a la cúpula del modelo.
Lo que no entienden los yanquis es el proceso en que están metidos.
Todo ésto opera como en otros imperios conocidos en la historia.
En la Roma Imperial no eran los Césares quienes se confrontaban con los pueblos sometidos. Eran los reyezuelos del lugar quienes cobraban los impuestos porque el progreso, las obras camineras y viaductos, las instituciones, el comercio y la tecnología que traía el Imperio había que pagarlo. Eran los reyezuelos quienes colectaban y se entendían directamente con los cesares.
Lo que no se entiende es la estructura ni el desarrollo de los procesos.
Por ejemplo, un horno de barro está hecho de elementos muy rústicos y simples: un poco de paja, agua y tierra. Pero es la forma en que esos elementos se relacionan para dar origen a esa estructura única, lo que produce el horno. Eso es lo importante. ¡Eso tiene sus propias leyes!