APUNTES DE UNA CHARLA INFORMAL

La conciencia humana es muy joven. ¿Qué son 2 o 3 millones de años en la historia de la vida en este planeta?

Imagínense aquellos momentos, una especie bastante mal equipada para defenderse de las agresiones de su entorno, un Cromagnon vagabundo en quien un día se manifiesta por primera vez un fenómeno no propio del mundo natural. Un fenómeno no propio de su naturaleza.

Un chispazo de reversibilidad que lo impacta y que no comprendió.

Tuvo que pasar bastante tiempo para que este fenómeno pudiera manifestarse nuevamente, tal vez 200 o 300 años más tarde, en algún descendiente.

Luego ese fenómeno se hizo más frecuente y empezaron a producirse en su cerebro primitivo una aceleración de estímulos y nuevas conexiones.

Captó en el fondo de esa conciencia en penumbras algo que no comprendió, captó una intención lejana, y la proyectó fuera de sí, sobre ese mundo natural que lo rodeaba y no comprendía.

Así dotó de intención al rayo, al río, a la lluvia…

Comenzó a agruparse con otros para defenderse mejor y poder satisfacer sus básicas necesidades.

Tal vez un día, en una zona cálida, vio una rama caer y cómo al chocar con otra se producía un extraño fenómeno: el fuego. Primero aprendió a conservarlo y luego a producirlo.

Pudo en un mundo que se le presentaba diverso y polifacético empezar a realizar las primeras abstracciones, comenzando así a sustraerse de la dictadura de lo natural. Comenzó a desarrollar esa capacidad de abstracción que sería la base de todo su desarrollo.

Testimonio de ésto, lo tenemos en las pinturas rupestres, que han sido encontradas en las cuevas, donde intentó plasmar ese extraño fenómeno no manifestado en ningún otro ser viviente.

Abstracciones manifestadas en los primeros símbolos. Si un ser extraterrestre hubiera pasado por allí en ese momento habría comprendido que el proceso se había disparado.

Luego vino el lenguaje oral que lo alejó de los primitivos gritos guturales propios de otras especies.

Después pudo externalizar también otra forma de comunicación y comenzó la escritura que trascendía el tiempo vital individual.

A partir de allí esa conciencia primitiva fue creciendo y emergiendo de las tinieblas impuestas por el mundo natural, en un proceso que al principio fue lento y que cada vez se aceleró más y más.

Su conciencia iba poniendo orden a ese mundo natural, creyendo descubrir las leyes que regían ese extraño universo al que se sentía arrojado.

Un chispazo de comprensión, otro y otro. Fue creciendo y abarcando todo con su conciencia, y cuando sus sentidos le quedaron estrechos inventó instrumentos para multiplicar los alcances de esa limitada prótesis natural que era su cuerpo.

Y así como en un salto hasta llegar a Hegel, cúspide de un momento histórico, máximo exponente de ese pensamiento, de esa abstracción que lo llevó a creer que lo natural tenía leyes, tenía sentido, tenía finalidad y que él se acercaba a su comprensión.

Lo que no comprendió es que era su intención proyectada afuera lo que daba coherencia a ese mundo caótico.

Hoy ese mundo hegeliano también murió y empiezan a operar las tendencias reales de la historia y no la idea de la historia.

Hoy está crujiendo el edificio del pensar humano, de un modo de pensar de un mundo que se fue. Estamos frente al principio de la historia humana.

Muchas veces se ha pasado por encrucijadas históricas similares que afectaron a un pueblo o a una civilización. Hoy por el avance de las comunicaciones y la mundialización creciente, es toda la especie simultáneamente la que se encuentra en este punto.

De un modo no muy claro siempre se ha estado luchando por superar lo natural, los condicionamientos, el dolor y el sufrimiento.

Hoy ya se está dirigiendo la mirada hacia ese instrumento limitado que es el propio cuerpo, con la intención de romper la última atadura que impone lo natural.

Hay una clara intención de despliegue de la conciencia a partir de ese homínida casi ridículo en un proceso que habla a través de cada una de esas células que son los individuos. La conciencia no es de él, es parte de un proceso humano. A pesar de él va a seguir trabajando por más que él mismo se ponga una censurita. Ni la autocensura puede con la conciencia.

Con avances, retrocesos, líos, la conciencia humana avanza. No es azar, es un proceso bien acotado, con una intencionalidad clara, con una dirección, con una fuerza que nada podrá detener.

No es el fin de la historia, es el fin de la prehistoria y el comienzo de la historia humana.

LA LIBERTAD DE ELECCION

No existe libertad en el acto humano aislado. Puesto en situación no hay elección posible. La elección está en la puesta o no en situación.

Tomemos un ejemplo conocido. Alguien está con su bote a orillas de un río torrentoso. Allí tiene posibilidad de optar: se mete en el río o no se mete. Si se mete al río ya no hay elección, tendrá que dar respuestas situacionales y no podrá optar hasta que llegue a un recodo, allí nuevamente podrá elegir: sigue en el río o no.

La libertad no está en cada acto humano, porque allí actúan factores y determinaciones que lo condicionan.

La elección ocurre cuando el sentido de la vida va para un lado o para otro y ésto son pocas veces.

Uno no puede hacer actos conscientes motivado por compulsiones. Si se piensa mecánicamente, no se pueden producir actos no mecánicos. Hay que subir de nivel para poder elegir entre una cosa y otra.

En los recodos se decide. Seguimos en el río o tomamos el recodo. Ahí se puede decidir. Es ese el momento que habilita para una vuelta sobre sí. Ese momento es el hoy desde el que se avanza hacia el futuro.

Racionalmente, puedo planificar una acción, por ejemplo un asesinato; pero lo más importante que es de dónde viene, en qué se basa, su dirección, puede ser totalmente irracional, motivada por el desquite, por ejemplo.

A los efectos de los procesos históricos la libertad se expresa de otro modo. Ciertos momentos históricos son aptos para que la gente pueda optar, pero no entre paisajes no queridos ni elegidos por ellos, sino optar libremente.

Las sociedades, los pueblos, los individuos, van montados en su hoy, pero a veces recuerdan y prevén y, en momentos, pueden cambiar de dirección en una suerte de reflexión sobre el proceso histórico.

Hay momentos históricos que habilitan y otros que no.

En este momento se está abriendo la tapa del baúl, aunque todavía no está totalmente abierto.

En otros momentos es imposible “ver” porque se está con lentes ahumados que sólo dejan pasar determinados colores y otros no. Esos otros, sencillamente no se ven, no existen. Recordemos para ejemplificar, que hace no tanto tiempo, era una verdad aceptada, que nada más pesado que el aire podía volar. No veían los albatros.

Este es un momento de cambio, cuando los pueblos se convierten a un destino humano.

Si somos el momento histórico, no hay forma de pararlo. Ya pondrán todas las tablitas que necesitemos para poder pasar el puente. Claro que tendremos que hacer nuestra parte: como mínimo tener piernas.

LA NUEVA SENSIBILIDAD

La relación con el cuerpo marca claramente la sensibilidad de una época.

Un cambio en la consideración del propio cuerpo y del cuerpo del otro, tiene muchísimas consecuencias.

El cuerpo puede verse como factor de pecado, como fuente de placer, como mero instrumento, como algo peligroso, como algo que hay que conservar porque después no se sabe, como algo interesante, etc.

Por ejemplo, las nuevas generaciones tienden al unisex, cuanto menos diferencias, mejor. En otro momento se buscaba marcar las diferencias, entre los sexos, de distinta forma.

Aquí hay un cambio en la consideración del cuerpo.

Por otro lado, la nueva sensibilidad, no confronta, en todo caso, omite. Ejemplo de ésto lo tenemos en la relación actual de los padres con sus hijos. No existe ese protagonismo corto que lleva a la confrontación. Los hijos dicen que si y después hacen lo que quieren. Hay aquí una suerte de intencionalidad.

La nueva sensibilidad de la que hablamos, no hay que buscarla, está.

La sensibilidad de los nuestros se manifiesta en esa forma de comunicación un poco rara, como de contacto de antenas y miradas como caricias a distancia.

Recuerden el acto del 6 de enero en Chile. Si hubiéramos metido un líder, hubiera hecho un desastre, hubiera sido como meter impúdicamente un elemento del sistema.

¿A qué se iba? Se iba a nada, a estar con los nuestros, a tomar un cafecito… Hay que encajar el rol adecuado con el motivo. ¿A qué vinimos? ¿A jugar a las conferencias? Ok. ¿A jugar a las visitas? Ok.

Además, si en estos eventos, se sigue el desplazamiento que realiza cada uno, como si pintáramos con un color distinto cada recorrido, es como si entre todos dibujaran un tejido.

Los nuestros son muy delicados, afectuosos y no hay que avasallarlos. No están con prevenciones, con dobleces, con el cuchillo bajo el poncho. hay que ponerse blandito con los nuestros y hacer esa cosa mercurial que hacen ellos.

Esto pasa en todos lados, más allá de las culturas de origen, el nuestro es un pueblo síquico.

Esto se puede hacer con diez o con cien mil.

Sería muy interesante si algunos miles nos encontráramos en un estadio, como Boca por ejemplo, en una reunión de amigos para hacer esta gracia. Desde afuera, no se entiende, pero…

El sistema va derechito hacia la nada. Hay como un gran embudo de nihilismo que se va tragando todo. Esto es la nada avanzando.

Lo único que va a establecer lazos entre las personas somos nosotros. Y no hay forma de trasladar lo nuestro a la cómpany. Ellos no podrán usar nuestro producto porque es contrario a su manejo.

En este momento hay mucha más gente que nos observa, que la que nosotros vemos. La mesa está servida, y hay que manotear surtido, sin discriminar. Como los gorditos en los cumpleaños que se llenan los bolsillos con todo y salen corriendo.

Hay que pasar la aspiradora. No discriminar nunca. El que viene y el que se queda, no es precisamente el que uno piensa.

Para nuestro desarrollo necesitamos capacitación instrumental, no tanto doctrinaria, aunque por supuesto también va. Damos por supuesto que el otro sabe hacerlo, y no es así.

Las líneas se arman primero en la cabeza.

Algún día se darán cuenta los nuestros que todo es mental.

Mendoza, 20 de enero de 1991