Mendoza
20 de octubre de 1989

Una vez en la vida o cada tanto tiempo, uno tiene que consultarse: ¿qué quiero, qué dirección le quiero dar a mi vida, cuál es mi “destino mayor”?

Las trabas que pone el sistema hacia eso conforman en síntesis muchos de los problemas de imagen de sí.

Todas las falsas esperanzas son del sistema y cuando uno proyecta su vida como que su desarrollo personal depende de la pareja, la guita, la familia, las amistades, se va a traicionar.

Así que para trabajar la traición va a tener que reconocerse fracasado, ¿pero fracasado en qué?, ¿en qué ha basado sus expectativas vitales, en falsas esperanzas, en otro?

Eso jamás va a resultar, porque ha basado su proyecto vital en el proyecto del otro, eso es cosificarse y cosificar al otro.

La compensación de la traición son las falsas esperanzas.

Y la mayor de las traiciones es no reconocerse, individuo con infelicidad capaz de transformarse. Y lo primero que hay que transformar es la dirección que uno tiene. Ahí aparece la resistencia: ¿si uno transforma o se dedica a trabajar la traición, el temor o la dirección, tiene que destruir todo lo que ha construido?

No es así, uno al trabajar eso direcciona nuevamente todo lo que ha construido. Lo que no interesa lo deja, pero lo que interesa continúa.

Si nosotros como conjunto humano, como individuos dentro de un conjunto humano, no avanzamos más, es porque no sabemos lo que valemos. Realmente no lo sabemos.

Uno descubre que su destino mayor tiene que ver con el sentido de la vida, que es de uno hacia otros, y que la forma eficaz de llevarlo adelante es el Manual de Organización. O sea, el espíritu es la Doctrina, y la forma de implementarlo es el Manual.

Actuamos según motivaciones, intereses y aspiraciones, las motivaciones vienen más bien de atrás, del pasado; las aspiraciones son aquellas cosas que desearía que fueran, aunque quizás no haga mucho al respecto. Los intereses tienen que ver más con las conductas, y ellas denotan la dirección mental.

Si uno quiere transformar esa dirección debe conocerla.

Transformar puede ser reforzar alguna cosa y dejar otras que no interesan.

Ahora, yo direcciono mi vida y el otro me jode. Cuando me soy fiel a mi mismo, si el otro no cumple el acuerdo no me traiciona, en todo caso me libera del acuerdo.

No hay lugar al resentimiento. Yo avanzo y el otro se queda. Lo que haga es su problema, yo avanzo y si puedo le doy una mano.

Serse fiel, vencer los temores, las resistencias, aumentar la felicidad en uno y en los demás son obsesiones que se resuelven en una: Ser feliz, útil y libre. Aprender.

Puede ser que uno se sienta fracasado, que se sienta sumergido en la chatura, que todo se lo hacen a uno. En realidad el fracaso es por no poder “volar” por encima y empiezan las justificaciones.

Podría uno plantearse crecer mucho, rápido y bien, y se encaja eso en el corazón. Ahí se ve que no hay justificación que valga, ahí se ve que se ha fundado mucho en falsas esperanzas, en el trabajo, en la buena suerte, en la afirmación afuera.

Reconocer el fracaso en el corazón no es grave, es decir: bueno, sincerémonos, éstas son mis falsas esperanzas, éstos son mis temores, en fin, cosas terrenales. Afirmación, seguridad, errores de cálculo.

Nada grave, uno podría plantearse lo otro. Habrá que tener cuidado con la degradación, podría creerse que la Doctrina vale y lo que no sirve es uno como transmisor, eso se presta al chantaje, al no poder pedirle al otro que ponga dos monedas cuando uno le ha dedicado mucho tiempo.

Un año de trabajo con alguien no vale dos dólares: que vaya a pagarle a un sicólogo para que lo escuche.

Nuestra pretensión es superar el dolor y el sufrimiento en uno mismo y en los demás.

Un error frecuente al lanzarse a un crecimiento y que luego funciona como un resorte es no llevar las cosas en conjunto, en algún momento se reclama lo sacrificado y empezamos de nuevo.

Cuando no atiendo compenso y cuando atiendo direcciono, compenso con lo que voy a hacer la semana que viene o con que el maná cae del cielo, direcciono trabajando de acuerdo a un calendario con un mínimo de corrimiento.

¿Cómo entraría en todo ésto la inserción de un ámbito mayor?, por ejemplo, gentes que tienen sus intereses, moverse de acuerdo a ellos y que de todas maneras no procesan, que no siguen un calendario, resulta que se ve gente que está quince años en ésto y no se logra que siga un hito general.

¿Cómo encaja toda esta cosa personal de transformación de uno mismo y su ámbito y la cosa transpersonal, la obra común y el calendario?

¿En definitiva uno está sólo? En cierto sentido sí, en el sentido de que de uno depende más que de cualquier otra cosa. Si uno no lo hace, otro no lo va a hacer, aunque lo haga, habrá hecho su parte, no la mía. Si no lo hago soy yo el que no lo hace.

¿Cómo encaja mi proyecto con el proyecto común? La opción (organismos) está dada para que me ubique donde mejor pueda desarrollarse el Movimiento y yo. Pero mi dirección y la del Movimiento se aglutina en torno a una Doctrina, también puedo hacer otras cosas, pero eso no es el Movimiento.

A veces pareciera que el calendario general molestara a los calendarios particulares.

Claro que molesta, porque lo general no tiene los vaivenes de los casos particulares. Molesta lo que me hace ver que estoy divagando, desatento o ciclando, todas actividades muy “naturales” de las que no hay que avergonzarse, pero tampoco hacer de eso una ideología. También hacemos algo para no divagar, atender y desarrollarnos. Si estoy en tema, aprovecharé cada hito del calendario para avanzar con el proyecto. La opción es para ubicarnos de acuerdo a nuestro gusto y el Manual para mantenernos atentos por lo menos a algunos temas, y poder evaluar lo hecho sin tanto tinte personal.

Somos buena gente, con calidad humana, al fin no es más grave haber desatendido que dormirse y llegar tarde a algún lado.

Se tiene fe desde la orientación, quizás no se diga demasiado pero se demuestra con hechos, con tiempo.

Será muy importante la fe en uno mismo y en los demás, pero también la motricidad, la ayuda y el intercambio. Muy bueno lo de la comunicación, más aún si es sobre cómo vamos a hacer para ayudar a otros, cómo vamos a hacer para disparar un proceso interesante.

Será interesante si va en la dirección general, con las improntas personales, pero sin modelos distintos de Movimiento para cada uno para que nadie se vaya. En Punta de Vacas se dio el mismo mensaje para todos los que estaban allí, no todos están hoy con nosotros.

Si uno pone en juego su propia afirmación y no soporta que alguien se vaya, entonces va a tener que hacer rulos todo el tiempo, va a tener mil versiones del Movimiento y nunca va a poder juntar a la gente ni integrarlos al proyecto común, convertirlos en camaradas, ni hablemos de reunirlos con los pares.

Si yo tengo que hacer un Movimiento especial para ese que llega, quiere decir que ese que recién llega nos está diciendo lo que tenemos que hacer a nosotros que se supone que somos los que estamos en la cosa. Y después hablamos de la traición.

Por supuesto que seremos flexibles en montones de cosas, pero no en lo que hace al plan general, la Doctrina o ciertos requisitos mínimos. Y si no le gusta que no entre, nosotros tenemos claro a donde vamos.

Está muy bien la iniciativa, la impronta personal, pero si es para apoyar la acción conjunta, no para formar un club de corazones solitarios y decir que eso es el Movimiento, porque eso no nos suma, nos resta, porque no contamos con ellos y además confunden a otros.

Si todos tenemos clara la cosa, a algunos no les va a gustar y se irán y volverán cuando entiendan, o no; y a otros les gustará y se van a quedar y a apoyar con todo.

Pero si metemos todo en la misma bolsa y hacemos un Movimiento para cada uno, eso está frito, no puede crecer… metamos ahí ahora un voluntario (vimos un niño hacer doce afiliaciones para el PV en un rato mientras otros se esfuerzan en explicar por qué no se puede hacer eso que vimos), metamos a ese niño cuando crezca un poco en ese grupo particular y no va a aguantar diez minutos.

Metamos a un voluntario en ese grupo donde todo es “a su medida y armoniosamente” y se va a ir, porque él vino a crecer, con la verdad por delante, no vino a un club de aburridos.

En fin, no enojarse si fuera el caso que uno está ciclando. De la ley de ciclos no se va a escapar uno por más bicho que sea. El tema es hacia donde se va mientras se cicla. Cuál es la dirección pese a los ciclos. Y la dirección no la vemos en los motivos, no la vemos en las aspiraciones, en lo que nos gustaría, la vemos en la conducta.

Aún sin conocer a los que luego van a trabajar con uno, desde ya se puede intencionar que tipo de construcción se quiere hacer. Sin piedad con las creencias que los hacen sufrir y frenan su desarrollo.

Sin falsa consideración, la que te lleva a “yo te hipnotizo, tu me hipnotizas” y juntos vamos hacia el matadero. Con amabilidad siempre.

Si resulta que planteando las cosas como son a alguno no le resultan potables, eso demostrará que el Movimiento no es para ellos, y no que ellos no son para nosotros, porque ni por un instante quisimos poseerlos, ¿qué se gana con pensar que la gente es para uno? El Movimiento es para los que quieran y puedan hacer lo que propone el Movimiento.