PRESENTACIÓN DEL EDITOR
Buenas noches. En nombre de Editorial Bruguera agradezco vuestra presencia en esta conferencia de Silo, autor de «El Paisaje Interno».
Por su parte, el licenciado Ammnann nos introducirá en el conocimiento del fenómeno sociológico y literario que ha desatado la producción de este autor.
Luís Alberto Ammann, periodista y filólogo, ha publicado «Autoliberación» , un texto donde desarrolla’ en forma técnica algunas de las principales ideas de Silo.
Es, pues, un excelente conocedor de la obra de este brillante pensador.
PRESENTACION DE LA OBRA DE SILO «EL PAISAJE INTERNO»
Por L. A. AMMANN Buenos Aires, abril de 1982
Entre septiembre y noviembre de 1981, las principales ciudades de Europa y Asia tuvieron conocimientos de la existencia del Siloismo, una doctrina elaborada por Silo, seudónimo de Mario Luís Rodríguez Cobos.
En esa oportunidad, Silo y un equipo de representantes de diversos países, razas y religiones, expusieron sus ideas explicaron su propuesta concreta para superar la crisis que vive el hombre contemporáneo.
Decenas de miles de personas lo escucharon y se volcaron espontáneamente a las calles para manifestar su confianza y su adhesión a las propuestas siloistas.
Este fenómeno sin precedentes para con un pensador, mucho menos si este proviene de Sudamérica, dejó perpleja a la prensa occidental que registró escasamente o con deformaciones lo sucedido. Algo muy distinto ocurrió en la India, donde se congregaron lo.000 personas para escuchar a Silo, y la prensa le brindó amplios espacios, llamándolo -alguna- «La Voz de Argentina», y en Sri Lanka, donde el primer ministro Premadasa y el jefe espiritual del budismo, Piyananda, solicitaron audiencia para hablar de temas espirituales con este latinoamericano que ha sido gratuitamente hostigado en su tierra natal.
En este orden de cosas, la invitación de la editorial Bruguera rompe con el aislamiento con que la cultura oficial procuró tapar el fenómeno del Siloismo, como si pudiera «tapar el cielo con un arnero», según expresa el dicho popular.
Es que esta editorial de raigambre europea ha comprendido la importancia que tiene difundir el pensamiento de Silo, como lo comprendieran, también, doce casas editoriales de Europa, Estados Unidos, y Asia, editoras de «La Mirada Interna», primer libro de Silo.
«El Paisaje Interno», editado por Bruguera, de España en el mes de septiembre de 1981, ha tenido una aceptación entre el público español decididamente entusiasta, hecho que citamos aquí porque es la confirmación de un fenómeno singular: los libros de Silo se han difundido de modo espontáneo (nunca se los ha publicitado) recomendados por un lector a otro.
El segundo fenómeno de implicancias sociológicas, cuyo análisis no nos compete, pero que es imprescindible consignar, es que «La Mirada Interna» (texto breve y hasta algo oscuro) dio origen a una corriente de pensamiento y a una cantidad de pequeños grupos heterogéneos que se autodesignaron siloistas y que podemos encontrar en lugares tan insospechados como San Francisco, Roma, Glasgow, Varsovia, Paris, Manila, Budapest, Bombay o Munich.
Junto a esos grupos espontáneos más o menos organizados, más o menos caóticos, ha surgido en estos últimos años una institución seria, reconocida legalmente bajo el nombre de «La Comunidad para el desarrollo del ser humano», única a. la que Silo ha brindado su aval. .
Tal vez lo dicho explique numerosas confusiones que tuvieron lugar en los primeros momentos, cuando Silo comenzó a explicar su pensamiento y fue sistemáticamente impedido en sus intentos de comunicación directa con el público, pero esa es una dificultad que no nos concierne analizar aquí.
Es pertinente, sin embargo, antes de introducirnos en el análisis del texto, señalar a los críticos de este país los dos fenómenos antes señalados:
lº) la existencia de un movimiento internacional en torno a la publicación de un libro, que ahora, a juzgar por lo ocurrido en Europa y Asia se verá acrecentado por este nuevo texto que ha lanzado Bruguera, «El Paisaje Interno» y
2º) la circulación de las obras de Silo en un circuito de promoción espontáneo sin ninguna publicidad.
Cuando se difundió aquel primer libro de Silo «La Mirada Interna», el editor español creyó conveniente dar una explicación previa, destacando las circunstancias en que se escribió y consignando algunos juicios generales sobre la obra. Ese prólogo, de modestas aspiraciones, fue sin embargo recogido textualmente o con pequeños cambios, por las sucesivas ediciones que se efectuaron en Alemania, Francia, Filipinas, Estados Unidos, Italia, Islandia, Brasil y la India. El motivo de que esa breve caracterización del libro tuviese tal aceptación se debe en gran parte a algo que en él se dice: «este es uno de esos libros excepcionales cuyo estilo y contenido parecen escapar a las forzosas categorías del espacio y del tiempo».
Es que en efecto, ateniéndose sólo a su lectura, resulta difícil saber en que época y lugar ha sido escrito aquel libro. Y lo mismo sucede con el que hoy presentamos en Argentina, «El Paisaje Interno».
La ausencia de época y de lugar; la inmediata conmoción que provoca su lectura y la dificultad para encontrar símiles satisfactorios en otra literatura, son las características de los libros destinados a la categoría de universales.
EL PAISAJE INTERNO
Análisis Formal
Cuando se pretende someter este texto a un análisis literario ortodoxo, la primera dificultad que se presenta es su clasificación dentro de los géneros literarios aceptados por la crítica del siglo XX.
Entonces, legítimamente, el investigador se plantea la contemplación panorámica de la literatura universal de todos los tiempos y piensa en la producción en lengua sánscrita, creadora, en la India, del cuento, la fábula, y el apólogo que después cultivara occidente con su sello particular; piensa -y se deleita- con la riquísima y profunda literatura hebrea; repasa, en síntesis, desde los sutras del divino Kapila hasta la filosofía de este siglo (pienso, particularmente, en Bergson) y entonces se agolpan definiciones, como «textos ejemplares».(º)
(º) «Literatura moral», «literatura filosófica», «ensayo filosófico».
También desfilan apresuradamente obras como la Biblia, (con la que comparte el ritmo interno de su literatura); el Fausto, por la persecución constante del ideal y su espíritu positivo; La Comedia del Dante (sólo que esta vez, Infierno, Cielo y Purgatorio se recorren en la interioridad del hombre) y autores como Tolstoi, por su búsqueda del sentido de la vida; Kierkegaard con quien se comparte la percepción de la honda afinidad entre poesía y religiosidad; Ibsen, por la autenticidad que debe presidir las reacciones humanas frente al mundo circundante hasta lograr la coincidencia consigo mismo, sinceridad que tiene por lema: sé tú mismo; Bergson, por la luminosa belleza de una prosa de pensador doblado en artista; y así, el repaso continúa hasta decidir que no es importante encasillar el texto en un género.
Hay que señalar que se trata de un discurso cuya forma predominante es la sentencia y, al modo de la literatura orienta, éstas van enriqueciendo y conformando un mensaje unitario.
La forma externa esta expuesta claramente en el apéndice titulado «Notas», donde se informa al lector que el libro está dividido en dieciocho capítulos y cada uno de ellos en fragmentos, pudiendo agruparse a los grandes motivos del libro de este modo:
a) Los dos primeros capítulos son introductorios y se dirigen al lector con preguntas acerca de su felicidad o de su sufrimiento y sobre sus intereses en la vida.
b) Desde el capítulo tres al seis se estudian los diferentes tipos de paisajes (externo, humano e interno) y su dirección.
c) El capítulo siete toma los temas del dolor, el sufrimiento y el sentido de la vida. Esos puntos y los referidos a la validez de la acción en el mundo se van a seguir desarrollando hasta el capítulo trece.
d) Desde el capítulo catorce al dieciocho se destaca como tema central la dirección de los actos humanos y los motivos de esa dirección, al par que se efectúan propuestas de cambio en el sentido de la vida.
Hay en todo el discurso una función predominante: La orientación hacia el destinatario, la. función conativa. El emisor y autor está presente en una primera persona que de ninguna manera podemos llamar lírica, ya que se dirige al receptor en un lenguaje de tipo reflexivo, suscinto y enérgico cuya intención primordial no es tanto crear belleza sino influir, lograr una aceptación de lo que se dice y provocar un cambio.
La orientación hacia el destinatario, propia de la función apelativa del discurso encuentra su expresión gramatical en la segunda persona del verbo y en las oraciones imperativas que, a diferencia de las declarativas, no pueden ser sometidas a prueba de verdad.
La primera persona del discurso juega aquí dos roles: se podría caracterizar como suplicatoria cuando se subordina a la segunda:
«Escúchame, jinete que cabalgas a horcajadas del tiempo»
se lee en el capítulo seis, parágrafo 4.
o exhortativa, cuando la segunda persona se subordina a sus afirmaciones, en una forma que adopta el futuro del indicativo:
«Si quieres crecer ayudarás a crecer a quienes te rodean»
capítulo 9, parágrafo 26.
Un modo de comportamiento verbal del lenguaje poético es la proyección del principio de equivalencia del eje de la selección sobre el eje de la combinación. La equivalencia es el procedimiento constitutivo de la secuencia. En este sentido, según las pautas de Jakobson, la utilización de los medios poéticos para una intención múltiple no oculta su esencia primaria, y es así que en este texto hay función poética.
En poesía todo elemento de la secuencia es una comparación, la similaridad (no similitud) se superpone a la contigüidad, toda metonimia es ligeramente metafórica y toda metáfora tiene un matiz metonímico.
«El Paisaje Interno» nos plantea desde su título mismo, una línea de sentido en que lo metafórico sugiere y enriquece, y aún cuando el discurso avanza en una concatenación lógica de temas y formas hasta llegar a la propuesta final, el mensaje se enriquece por la ambigüedad de lo poético, se centra en sí mismo y muchas de las afirmaciones que realiza el autor son reiteraciones y ampliaciones de lo dicho anteriormente.
El capítulo «El jinete y su sombra» incorpora un discurso narrativo – autorial con aspectos metafóricos y simbólicos en el que el autor hace valoraciones:
«Extraños encuentros éstos en los que el anciano sufre…»
pero no se ubica corno personaje sino que cumple una función mediadora. Sin embargo y para reafirmar el tono de sentencia que parte de una fuerte presencia del emisor, de pronto aparece la primera persona que constata y apela:
«Sin embargo, reconozco en el rostro de los tres mi propio rostro y me parece advertir que todo ser humano, sea cual fuere su edad, puede transitar por esos tiempos»
Sintetizando este brevísimo enfoque formal, esta obra, por su ordenamiento y distribución tiene una preponderante función connotativa paradigmática, pues sus partes no están conectadas por un mero transcurso de acciones sino que constituyen un mosaico de reflexiones cargadas de significados determinados que obran como significante de la significación total.
Muchas gracias por su atención. Les dejo con Silo.