El capítulo III trata, como su titulo indica, el sin-sentido. Comienza con la paradoja del triunfo-fracaso en esta frase: “Aquellos que llevaron el fracaso en su corazón, pudieron alumbrar el último triunfo. Aquellos que se sintieron triunfadores, quedaron en el camino como vegetales de vida difusa y apagada”. Reivindica el fracaso como no conformidad con los sentidos provisorios de la vida y como estado de insatisfacción impulsor de búsquedas definitivas. Opuestamente, destaca el peligro del encantamiento en los triunfos provisorios de la vida. Aquellos que sí se logran, exigen más, llevando finalmente a la decepción y que si no se logran, llevan también a la decepción definitiva, al escepticismo y al nihilismo. Este punto de los sentidos provisorios de la vida será tratado más ampliamente mañana cuando comentemos la nota número 4 del libro de la Comunidad.
Siguiendo con nuestro Capítulo III, el parágrafo 1 dice: “No hay sentido en la vida, si todo termina con la muerte”. Esta afirmación es el eje de nuestra Doctrina. Desde luego que se la puede presentar de distinto modo.
Primer caso: Si todo termina con la muerte, entonces no hay sentido en la vida, todo termina con la muerte, luego no hay sentido en la vida. Este caso es muy conocido en lógica como “Modus ponendo ponens” y consiste en afirmar el primer término de una condición para que quede afirmado el segundo.
Segundo caso: Si todo termina con la muerte, entonces no hay sentido en la vida, no todo termina con la muerte, luego hay sentido en la vida. Este caso, similar al anterior, lo es en todo, sólo que al negar el primer término de la condición, negamos también el segundo. No debe llamar a confusión el hecho de que el segundo término esté expuesto como negación, ya que a su vez, al negarla, se la afirma. Es lo mismo que decir: Si todo termina con la muerte, entonces, no hay sentido en la vida no todo termina con la muerte, luego no es cierto que no hay sentido en la vida.
Así pues, quedan formalmente planteados los dos casos, ahora bien está por demostrarse si efectivamente la vida termina o no termina con la muerte por una parte y si la vida tiene o no sentido en función del hecho de la muerte. Está por demostrarse. Estos dobles interrogantes escapan ya del campo de la lógica formal. Son preguntas que se resolverán en términos de existencia y eso precisamente haremos mañana al estudiar la nota 4 del libro de la Comunidad.
Sin embargo, no debemos dejar pasar un tercer caso de presentación del problema, desde el punto de vista lógico. Lo formalizaremos así: Si todo termina con la muerte, entonces, no hay sentido en la vida. Hay sentido en la vida, luego no todo termina con la muerte. Este caso consiste en negar el segundo término de un condicional para también negar el primero. No debe llevar a equivocaciones el hecho de que afirmemos lo que era una negación por razones de construcción gramatical, ya que de otro modo quedaría la siguiente formulación equivalente: Si todo termina con la muerte, entonces, no hay sentido en la vida, como no es cierto que no hay sentido en la vida, entonces, no todo termina con la muerte, que como se ve corresponde a lo anterior pero con una pesadez literaria difícil de digerir.
Así es que, esto te encuadra en el caso conocido como «tolendo tolens» de la lógica. Este tercer caso que exige, como los dos anteriores, demostración de sus términos por la existencia es, sin embargo, muy interesante, ya que orienta directamente hacia el sentido de la vida y hace negar a la muerte posibilidad, si es que efectivamente dicha vida tiene sentido. De este caso, también hablaremos mañana.
Sea como fuere, este parágrafo 1 del capítulo III, no es como para leerlo de corrido y sin más pasar al siguiente. Exige una pausa y algunas reflexiones, ya que es el eje central de Doctrina.