Octavo: Ver lo permanente en uno y en todo.

Este paso provoca una extraña sensación por esta suerte de salto mortal hacia afuera que se efectúa.

Aparentemente, es ilegítimo esto de salir hacia los objetos luego del desarrollo metódico llevado hasta aquí.

¿Cómo es esto que de pronto ahora nos las vamos a haber con los objetos, si estamos entrando hacia nosotros mismos? Tal vez sea muy interesante estudiar esto, desde distintas perspectivas.

Se observa que, aunque los fenómenos internos sean diversos, todos están encadenados en estructura. Volviendo al nivel de simple percepción (volviendo allá a los primeros pasos), vemos que también ella, la percepción, es estructurada por la conciencia.

Observando que conciencias distintas obtienen indubitablemente por estos pasos, la conclusión de la estructuralidad de la conciencia (no obstante los diversos fenómenos particulares), podemos inferir que las diferencias intersubjetivas pueden resolverse por vía estructural.

Las diferencias de los fenómenos particulares en cada conciencia, no llevan necesariamente al solipsismo. Esto quiere decir que, aunque advirtamos la diversidad de las conciencias (de cada uno), si cada una de estas conciencias observa los mismos pasos que hemos venido siguiendo nosotros, van a llegar indubitablemente, a la percepción del mismo fenómeno de estructura permanente de la conciencia.

Las diferencias que nos separan: diferencias en la percepción, en la educación, en los fenómenos, pueden romperse y las barreras del solipsismo, las barreras infranqueables que habría en principio entre conciencia y conciencia, se derrumban.

El hecho de llegar a una misma reducción nos habla de la posibilidad de la intersubjetividad. No estoy hablando de telepatía por cierto… (RISAS). Estoy hablando de la comunicación que se establece a nivel de conciencia profunda, una vez que todas estas conciencias logran la comprensión estructural de esa suerte de mundo eidético: de la idea de la conciencia como estructura que no obstante la variación en los fenómenos particulares, es permanente en cuanto estructura. Así las cosas, esta permanencia estructural se registra no sólo en todas las conciencias, sino en todas las cosas existentes para la conciencia: se trate del mundo interno o del mundo externo.

Este problema es grave. No solo fue grave para Leibniz y para otros (el problema de las mónadas sin puertas ni ventanas, de las conciencias que no se podían comunicar unas con otras), sino para el mismo Husserl que ya en sus Meditaciones Cartesianas queda encerrado en el solipsismo.

El problema está en ver cómo es posible no sólo la mentación ordinaria interna de uno, sino la mentación entre las conciencias. O sea: ¿cómo es posible la intersubjetividad y, en general, cómo es posible la conexión con el mundo?.

Porque si usted percibe de un modo, yo percibo de otro y tenemos de la realidad distintas imágenes y distintas visiones, no hay comunicación esencial. El problema de la intersubjetividad no se resuelve a ese nivel, se resuelve a nivel estructural. De hecho hasta el mismo lenguaje es un conjunto de signos que permite el pasaje de ideas de uno a otro y es inteligible gracias a las estructuras significativas que contiene y no por los signos aislados, o por los signos considerados como expresión simplemente.

La identidad es lo permanente, hablando de estructuras, y la diversidad es lo variable. En la diversidad no puede haber intersubjetividad en sentido pleno. La relación ahora de la conciencia con el mundo es, inicialmente (desde mis percepciones fenoménicas), variable. La relación de la conciencia con el mundo fenoménico es contingente, pero en última reducción, también los fenómenos aparecen encadenados a estructuras para mi conciencia. De esta manera, «conciencia» y «mundo» (al hablar de «mundo» no me imagino el planeta), están encadenados y son estructura, como si en definitiva la «conciencia» fuera el acto del «mundo» y el «mundo» el objeto de la «conciencia».

Así, pues, la intersubjetividad y la relación con el mundo, pueden ser comprendidas a nivel de esencias, por así decir, o ideas esenciales. Casi en sentido platónico, ¿recuerdan?

La estructura esencial «conciencia-mundo» es permanente, aunque mi conciencia fáctica se modifique y aunque el mundo fáctico, el mundo de los hechos, también se vaya modificando y transformando en cada instante. La relación estructural «conciencia-mundo» es la invariable. En tal sentido, se comprende el significado de la frase: «Ver lo permanente en uno y en todo». La idea de permanencia no se opone sin embargo, al movimiento. Se trata de estructuras dinámicas que no obstante su movilidad conservan su estructuralidad. La permanencia es, en este caso, sólo estructural.

Bajando de nivel y muy rápidamente, digamos que conciencia y mundo se identifican estructuralmente y que no es legítimo establecer dicotomías, sino entender que se trata de una misma estructura. Que mi conciencia no es simplemente el reflejo de la realidad objetiva por una parte y que tampoco como los idealistas) creo al mundo desde mi conciencia, sino que, haciendo un traslado de la idea de intencionalidad, «conciencia-mundo» son estructura y tienen sentido a nivel de estructura.

Si relacionan esto que acá parece tan oscuro, con lo que antes dijimos al responder una pregunta (aquella que se nos hacía con respecto a las transformaciones sociales y políticas) verán ustedes como se trata de la misma línea temática. Al hablar de revolución simultánea, no nos alejamos en absoluto de las conclusiones a que vamos arribando acá por esta vía de meditación. Nos damos cuenta que la estructura «conciencia-mundo» es la que nos da la idea de la realidad y no las dicotomías a que nos tienen acostumbrados.