Nos vamos un paso más adentro y decimos: cuarto paso,
ver en la conciencia la memoria.
Se observa que en toda percepción están los sentidos. Que la conciencia organiza estos datos sensoriales en estructura. Y finalmente, que la estructura depende de datos anteriores, de datos de memoria.
Hagamos desaparecer la percepción del micrófono. Cierro los ojos… ya no percibo el micrófono. Pero si puedo recordar el micrófono, puedo evocar al micrófono. Tengo la representación del micrófono. Descubro que en esa imagen del micrófono que corresponde, más o menos a la de percepción, hay un distinto acto que se refiere a ese objeto. En el acto de la percepción está el objeto-micrófono, pero el acto de percepción es distinto al acto de la representación. El objeto se me aparece más o menos del mismo modo, pero reconozco que son actos bien distintos. De ninguna manera podría confundir el objeto que me represento con el objeto que percibo… a menos que esté soñando despierto. Noto esa diferencia y noto la diferencia en los actos que se refieren al mismo objeto. Es gracias a los actos anteriores de percepción y a la representación basada en la memoria, que puedo reconocer a las nuevas percepciones. En todo reconocimiento hay pues percepción y representación. Aun las percepciones sobre entidades totalmente nuevas para la conciencia son aprehendidas, en relación con representaciones de ámbitos afines.
Descubro que las actividades de la conciencia: relacionantes y comparativas en general, tienen que ver con los datos anteriormente grabados.
Si bien es cierto que la memoria trabaja con la materia prima (por así decir) de percepciones anteriores, los actos de relacionar, comparar, etc., no son derivados de esa materia prima pero se relacionan con ella de modo inseparable. Descubro en general, que los mecanismos de comparación y los mecanismos de relación de la conciencia, tienen que ver con las grabaciones anteriores.
Entre los habitantes del Archipiélago Malayo por ejemplo y entre un occidental del centro de Europa, contemporáneos ambos, hay una gran diferencia en su forma de relacionar las cosas y hay diferencias en la forma de percibir el mundo. Esas formas mentales diferentes dependen de los datos de percepción que han asimilado el uno y el otro y de la interpretación que se ha forjado en una y otra mente, merced al tipo del culturación, de educación recibida. Aunque la estructura de la conciencia sea similar en uno y en otro, las relaciones que establecen son distintas, gracias a los datos recibidos y al tratamiento que de ellos hacen sus sistemas culturales.
Observen ustedes que hay una lógica distinta en el aborigen y el hombre de occidente y un hindú. No es lo mismo una lógica formal, una lógica dialéctica, una lógica fenomenológica, que una lógica nyâya hindú (que se va moviendo por conexiones de sorites), ni lo mismo que una lógica analógica, propia de los pueblos polinésicos.
Para un polinésico posiblemente, las relaciones entre objetos estén dadas sobre todo por la similitud de formas segun las cadenas asociativas que habíamos estudiado al comienzo. El puede muy bien establecer relaciones de ese tipo, de similitud, según los datos y las creencias que tiene depositados en su memoria. Según el tipo de estructuración mental que se ha hecho con ellos, surge todo un sistema de relaciones y una lógica muy peculiar. Y nosotros tenemos también una lógica y un sistema de relaciones cotidiano producto de nuestra educación y nuestras grabaciones.
Observen que los mecanismos de memoria son los que nos permiten en definitiva, comparar y relacionar. Y que si nosotros sacáramos toda esa materia prima no podríamos establecer relaciones de ningún tipo. Nos guste o no nos guste (he aquí lo interesante), descubrimos que la comprensión depende de la memoria.
De manera que poca comprensión puede haber con poco dato. Sin dato no puede haber comprensión. Aunque la estructura de la conciencia por sí misma permita relacionar, sin dato, ¿qué se puede relacionar? ¡No se puede relacionar en el vacío!
Hemos dicho antes, que existe una implesión mutua entre el acto y el objeto de conciencia. Y si existen actos propios de la conciencia, tales como los actos de relacionar y no existen objetos, no se puede dar la implesión. De manera que gracias a la memoria, es que puedo comprender. Desde luego que habrá mayor inteligencia (por así decir), mayor comprensión, cuanto mayor sea la posibilidad de relación entre datos. Puede a la inversa suceder, que tenga almacenados una cantidad de datos y no tenga capacidad de relación.
A mismo número de datos, pero con mayor capacidad de relación, más inteligible se hace el asunto y más inteligencia hay en esas operaciones. Pero básicamente, sin datos y sin grabación de memoria, no hay comprensión ni hay inteligencia.
Eso es lo que quiero tratar de transmitirles en lo referente a la memoria actuante y condicionadora de la conciencia.