En el tercer paso, voy a tratar de ver ya en los sentidos, la conciencia. No voy a tratar de ver los sentidos en la conciencia. Sino que voy a tratar de ver en toda percepción, la acción de la conciencia.
No estamos hablando de la teoría de los sensualistas donde la conciencia no es nada más que la suma de sensaciones externas. No, estamos hablando de otra cosa, estamos tratando de ver detrás de cada percepción la acción de una estructura que permite que las percepciones se organicen. Voy a tratar de ver un ámbito que es, precisamente, el de la conciencia.
Ver en los sentidos la conciencia.
En toda percepción se tiene una estructura que no está en los sentidos sino en la conciencia.
Estemos de acuerdo en cuestiones de términos, para comenzar.
Ustedes distinguen qué es sensación, percepción, apercepción, todo esto… Digamos así, muy elementalmente, que sensación es el dato aislado que tengo por una vía sensorial. El ojito, el oído, por ejemplo. Una rata vibratoria de color y de forma, o de sonido. Pero resulta que, esta sensación aislada nunca se da aislada. Se da en estructura. Se dan en realidad percepciones y no sensaciones. Podría hablar de las sensaciones particulares de cada sentido, aun ahí se dan percepciones estructuradas, aun en cada sentido.
De manera que la sensación es una especie de elemento atómico dividido para su mayor comprensión, pero que no se da en realidad. Bien, ya la apercepción sería una cosa bien distinta. Sería la conciencia que tengo de la percepción… Que no es conciencia de sí. Es simplemente, escuchar un timbrazo y tener conciencia de ese timbrazo, pero no conciencia de sí. La apercepción es conciencia de la percepción.
Entonces: sensación, percepción y apercepción.
El micrófono es para mí micrófono, porque todas las sensaciones y la percepción que tengo de él se organizan en mi conciencia. Existen algunos casos patológicos en donde las percepciones son confundidas por la estructura interna.
Hay por ahí un libro de William Faulkner en el que se habla de ciertos tipos extraños. En él pregunta un interlocutor: «¿no ha olido usted pasar por aquí una pelota de golf?». Allí (no obstante la percepción y los órganos de percepción, que están correctamente colocados y sin distorsión alguna) se interpretan los datos, se clasifican y se ordenan en una estructura que no corresponde a la normal. Ese tipo de enfermo es conocido como desintegrado eidético. Aun en personas normales se dan fenómenos de tipo ilusorio que corresponden también a errores en la interpretación de la percepción.
Bueno, el asunto pues es frente a este micrófono que tengo yo aquí, que él es tal para mí, porque todos los datos de percepción se estructuran en mi conciencia. Yo de ninguna manera me voy a permitir decir que el micrófono es tal cual lo percibo. Un físico por ejemplo, que diría hablando de las velocidades atómicas, de la estructura molecular y de la mayor parte del espacio vacío en el cuerpo sólido que nosotros percibimos de modo tan pleno e inmóvil.
Nosotros hablamos de esa percepción a la que estamos acostumbrados. Muy bien, el micrófono se me presenta con tales características. ¿Pero esta percepción depende sólo de los órganos perceptuales o depende de la estructura de la conciencia? Ustedes me dirán: de comienzo se van organizando en el niño las primeras percepciones y las sensaciones, y todo esto se va estructurando. Pero yo estoy preguntando en este momento si es que la conciencia, aparte de recibir los impactos del objeto externo, está inactiva. ¿O es que la conciencia misma, estructura de un modo muy activo los datos externos? Porque si es así, esto tiene gran importancia.
En el caso del L.S.D. verbigracia, no es que el objeto haya cambiado externamente, ni que se hayan «abierto las puertas de la percepción» como diría Huxley citando a Blake. ¿No será que se modifica la estructura de la conciencia y que esta conciencia que ha modificado su estructura, permite advertir en los datos sensoriales, cosas que antes no advertía? ¿O bien, pone de relieve o desplaza algunos fenómenos que de todas maneras llegan invertidos? Esto de reconocer en el fondo de toda percepción la acción de la conciencia es de vital importancia para nuestro estudio. Porque de acuerdo a cómo esté estructurada esa conciencia, así será también la percepción del mundo que se tenga.
De manera que a una conciencia en sueño profundo, corresponderá una imagen del mundo muy distinta a una conciencia de sí. Y si existiera la posibilidad de un nuevo nivel de conciencia, seguramente ese nuevo nivel de conciencia percibiría cosas que también llegan por todos nuestros sentidos y por el sentido de los dormidos, pero que ninguno de nosotros organiza o descubre.
La realidad se me aparecerá distinta si varío la estructura de la conciencia.
No nos vayamos lejos. Ustedes distinguen entre ilusión y alucinación. Ustedes saben que en la montaña ocurre mucho esto, merced al fenómeno de anoxia y de cansancio. Tengo un conocido que quiso esperar un tranvía en la cumbre del Aconcagua y estaba convencido de que el tranvía pasaría por allí, porque lo «veía» ascender. Ese es ya un caso de alucinación seria que ocurre a mucha gente en esos siete mil metros de altura. No creo yo que haya variado su mecanismo de percepción ni creo que hayan variado las rocas. Tiene que haber sucedido algo en su conciencia, básicamente en su cerebro.
Entonces, si nos ponemos en presencia de los fenómenos ilusorios y alucinatorios, nos damos cuenta que no tanto está el problema en la percepción, sino en la estructuración de la conciencia. Este asunto es el que aproxima a lo que nos interesa. Este paso es el que nos hace descubrir, el como pueden gestarse las ilusiones.
En los pasos anteriores, hemos descubierto otras presencias, otros mecanismos, que podríamos haber desarrollado lateralmente, pero que simplemente los hemos anotado. Ahora descubrimos el mecanismo de las ilusiones. Y ahí lo dejamos y no criticamos nada, ni decimos nada a favor ni en contra, ni hacemos desarrollos. Nos limitamos a contemplarlo, a advertir cómo, a qué nivel de trabajo, surge el mecanismo de las ilusiones.